Para nadie es un secreto que para vivir en armonía con
nuestros semejantes debemos cumplir ciertas reglas, esperando que el prójimo
haga lo mismo y así poder asegurar la sana convivencia. Si todos hiciéramos
nuestra parte, viviríamos en una sociedad segura, una sociedad orientada hacia
el éxito y el progreso.
Sin embargo, en nuestro medio vemos día a día el trato
desigual que brindan las autoridades a las personas, favoreciendo la impunidad
para unos y exagerando las penas para otros; esto nos lleva inevitablemente al
caos, al desorden, al miedo y a la injusticia. Y no debería ser así, la
justicia consiste en darle a cada quien aquello que le corresponde, premiar al
ciudadano ejemplar y castigar al ciudadano que no cumple con sus obligaciones.
Lamentablemente nuestra subcultura nos ha llevado a asumir el
papel de "vivos", que no es otra cosa que vivir alejado de aquello
que es correcto; pensamos siempre en "hecha la ley, hecha la trampa"
y se convierte en norma de aplicación diaria. ¿Acaso no es pan de cada día ver
choferes que hacen caso omiso a las señales de tránsito? ¿No es común ver
personas que dejan sus desperdicios donde no corresponde? ¿No es habitual ver
personas que hacen uso de los sitios exclusivos para discapacitados sin serlo?
¿No es usual ver personas que pretenden imponer sus ideas pues son dueños de la
razón?
Es probable que hayamos cometido alguna de estas faltas,
pensando que se trata de asuntos menores y sin importancia; y que -obviamente- no nos pasara nada, es
decir, quedará en medio de la impunidad. Entonces, aunque duela aceptarlo,
somos nosotros los que abrimos las puertas a los muchos males que aquejan a
nuestro Perú el día de hoy. Y es que existen personas con mente retorcida,
violenta y siniestra que han degenerado la idea y se sienten capaces de
instaurar el caos, la zozobra y el miedo; personas dueñas de una insana
capacidad de tomar aquello que no les pertenece, así sea la vida de otra
persona; personas que han crecido viendo y viviendo nuestra realidad nacional,
misma que dicta que -a menos que toquen a
un personaje público o de poder- no pasara nada por las atrocidades
cometidas.
Nuestras autoridades políticas parecen amar esta realidad; y
es que su mente, putrefacta por la ambición y avaricia, les indica que así sus
fechorías pasaran inadvertidas, amparadas en un poder judicial corrupto e
ineficiente. Así, a nuestros últimos gobernantes no les ha importado -por lo menos no mostraron el interés
adecuado- que en el Perú se robe, se extorsione, se viole, se estafe, se
torture y se asesine; pues el clima de impunidad que vive el país los alcanza a
ellos y les permite "hacer su agosto" mientras les dure su mandato.
En resumen, la ley no aplica para el entorno de las
autoridades, o se emplea bajo reglas no escritas que rigen para su propia
conveniencia; esto sumado a los privilegios que gozan las élites económicas,
deja al común de los ciudadanos en clara desventaja, completamente
desprotegidos y abandonados a su suerte. Ante este clima de impunidad, la
violencia y la corrupción han avanzado a pasos agigantados, extendiéndose por
todos los rincones del país e instaurando un sentimiento de temor en la
población.
Es momento que nos demos cuenta que nuestras autoridades no
están cumpliendo con su fin fundamental: brindar bienestar a la población. Y no
lo hacen porque su interés primordial es mantener un ambiente de impunidad que
les permita seguir gobernando para beneficio propio. Afortunadamente para ellos
el pueblo peruano no tiene la capacidad de “ver más allá de sus narices”, nos
mantienen distraídos con la huelga médica, con el enfrentamiento magisterio versus
policía, con la deportación de Korina Rivadeyra, con el indulto a Alberto
Fujimori o con la detención de Ollanta Humala, entre otros eventos que distraen
nuestra atención de lo único cierto y real: nuestro país marcha a la deriva.
Es nuestro deber construir un Estado que garantice nuestros
derechos y no permita que queden impunes los crímenes o se enriquezcan
políticos a costa de nuestro trabajo. Se acerca una oportunidad de oro para mostrarle
a la clase política que estamos cambiando, que ya no nos comemos el cuento; se
vienen las elecciones municipales y ya aparecieron los primeros candidatos con
su sonrisa de campeonato mundial y su repentino acercamiento a la población. A
no dejarnos engañar, elijamos alguien serio, probo, crítico y capaz de sacar
los pueblos adelante; basta de políticos reciclados, personajes de farándula y
caras bonitas; que esta vez nuestro voto si cuente, nuestro futuro -y el de
nuestras familias- depende de ello.
martes, 29 de agosto de 2017
lunes, 14 de agosto de 2017
La Prevención del Bullying Empieza en Casa
En esta ocasión hablare acerca de una palabrita novedosa, usada en forma indiscriminada y muchas veces fuera de su real contexto, producto del alienamiento cultural que padecemos, palabra favorita de la prensa y utilizada rápidamente por los medios; me refiero al temido bullying, que dicho en buen castellano no es otra cosa que el acoso escolar.
Lo digo así de simple y directo porque el acoso escolar es algo que siempre existió –y que probablemente siempre existirá-, porque las personas abusadoras y abusivas siempre existieron, porque los niños y jóvenes timoratos y callados no son una invención moderna, porque el peruano es envidioso por naturaleza -aunque nos duela aceptarlo-, porque la malicia siempre seduce y despierta nuestras más bajas pasiones. Recuerdo mis épocas de alumno, era casi una obligación que cada aula tenga su lorna oficial, aquel compañero que era blanco de bromas de todo calibre, aquel muchacho que recibía alegremente los apanados a la hora de recreo, aquel jovenzuelo que había descubierto la sumisión como arma para ser aceptado dentro del grupo; y es que finalmente era así: el lorna era uno más del grupo.
¿Qué ha cambiado entonces? Pues varias cosas, para empezar la dichosa palabrita suena bonita, aristocrática y cool; esto ha hecho que la prensa la utilice hasta por gusto bautizando cualquier tipo de agresión -por mínima que esta sea- como bullying; es decir, un psicosocial de primera. Hay que añadir una generación con una baja autoestima, producto de nuestro maldito pensamiento de querer entregar gratuitamente a nuestros hijos aquellos beneficios que no teníamos a su edad, brindándoles todo aquello que esté a nuestro alcance en forma sencilla y rápida, acostumbrándolos a tener una pobre tolerancia ante la frustración, enseñándoles a pensar solo en ellos mismos sin importar los demás. Finalmente, ahora el bully o persona objeto del acoso, ya no es parte del grupo.
Bajo estas premisas, el abusivo lo seguirá siendo pues le enseñaron que tiene derecho a todo lo que quiera; la víctima caerá en la más profunda miseria pues no le enseñaron a hacer frente a los problemas, no sabe pedir ayuda pues nunca la necesito -siempre le dieron en la yema del gusto-; y los testigos no intervendrán ni dirán nada, después de todo ese no es su problema.
Día a día vemos noticias en las que niños y jóvenes sufren a causa del acoso escolar; y es muy fácil buscar como culpable a la escuela, cuando en realidad corresponde a las familias como primeras educadoras darles a sus hijos las herramientas necesarias para desenvolverse sanamente en la sociedad; con una alta autoestima y un enorme sentido de respeto para con nuestro prójimo.
Lo digo así de simple y directo porque el acoso escolar es algo que siempre existió –y que probablemente siempre existirá-, porque las personas abusadoras y abusivas siempre existieron, porque los niños y jóvenes timoratos y callados no son una invención moderna, porque el peruano es envidioso por naturaleza -aunque nos duela aceptarlo-, porque la malicia siempre seduce y despierta nuestras más bajas pasiones. Recuerdo mis épocas de alumno, era casi una obligación que cada aula tenga su lorna oficial, aquel compañero que era blanco de bromas de todo calibre, aquel muchacho que recibía alegremente los apanados a la hora de recreo, aquel jovenzuelo que había descubierto la sumisión como arma para ser aceptado dentro del grupo; y es que finalmente era así: el lorna era uno más del grupo.
¿Qué ha cambiado entonces? Pues varias cosas, para empezar la dichosa palabrita suena bonita, aristocrática y cool; esto ha hecho que la prensa la utilice hasta por gusto bautizando cualquier tipo de agresión -por mínima que esta sea- como bullying; es decir, un psicosocial de primera. Hay que añadir una generación con una baja autoestima, producto de nuestro maldito pensamiento de querer entregar gratuitamente a nuestros hijos aquellos beneficios que no teníamos a su edad, brindándoles todo aquello que esté a nuestro alcance en forma sencilla y rápida, acostumbrándolos a tener una pobre tolerancia ante la frustración, enseñándoles a pensar solo en ellos mismos sin importar los demás. Finalmente, ahora el bully o persona objeto del acoso, ya no es parte del grupo.
Bajo estas premisas, el abusivo lo seguirá siendo pues le enseñaron que tiene derecho a todo lo que quiera; la víctima caerá en la más profunda miseria pues no le enseñaron a hacer frente a los problemas, no sabe pedir ayuda pues nunca la necesito -siempre le dieron en la yema del gusto-; y los testigos no intervendrán ni dirán nada, después de todo ese no es su problema.
Día a día vemos noticias en las que niños y jóvenes sufren a causa del acoso escolar; y es muy fácil buscar como culpable a la escuela, cuando en realidad corresponde a las familias como primeras educadoras darles a sus hijos las herramientas necesarias para desenvolverse sanamente en la sociedad; con una alta autoestima y un enorme sentido de respeto para con nuestro prójimo.
jueves, 27 de julio de 2017
Al Maestro con Cariño... y Respeto
El mes de Julio es un mes de gran valor para nosotros los peruanos, es el mes en el cual celebramos nuestra independencia; quizá ello haya motivado que otras festividades importantes del mes se vean minimizadas o pasen casi desapercibidas, una de ellas es el Día del Maestro.
Me pongo entonces a pensar y no siempre fue así, esta fecha ha pasado de ser un evento de magnitudes colosales a convertirse en una fecha más del calendario cívico escolar.
En mis épocas de colegio esperábamos con mucha alegría este día, era algo casi mágico para nosotros; por ello, torturabamos a nuestros padres para poder llevarle el detalle perfecto a la Miss o al Profe, personajes admirables y respetables por donde se les mire. Recuerdo que las secciones competían por ver que profesora o profesor se llevaba más regalos a casa, ¡queríamos hacerlos felices!
Son los tiempos modernos los que han hecho que los padres utilicen el aniversario de nuestra independencia como distractor perfecto para olvidar el homenaje al maestro; tamaña injusticia de nuestra parte, porque sin maestros no existiría nada, ni siquiera nuestra tan mentada libertad del yugo español.
Si observamos otras realidades, veremos cómo existe un estrecho vínculo entre el desarrollo y la cultura; los países que avanzan y progresan lo hacen de la mano de sistemas educativos coherentes, armoniosos y respetuosos. Dicho lo anterior, me atrevo a afirmar que nuestro subdesarrollo se debe a la subcultura nacional que tenemos; misma que nos lleva a querer sacarle la vuelta a la autoridad, a las leyes, a las instituciones; en resumen, querer pasarnos de listos, o -dicho en otras palabras- querer hacernos los vivos.
Todo parece indicar que a nuestras autoridades les encanta este desamor para con los docentes, pues este abre un peligroso camino hacia la ignorancia. Nos lo advirtió uno de nuestros libertadores, el genial Simon Bolívar: "Un pueblo ignorante es instrumento ciego de su propia destrucción", y parece que en ese camino andamos. Es precisamente esa ignorancia la que nos lleva a elegir erróneamente, elección tras elección, a las personas que llevan las riendas del país.
Nuestras autoridades llevaron los sueldos de los maestros a niveles de miseria, nos vendieron la idea de que los colegios privados son unas mafias dedicadas a comerse el dinero de los padres de familia, idearon y promulgaron la famosa ley "perro muerto", satanizaron a las editoriales, les dijeron a los padres de familia tenían que ser partícipes de la elección de textos de sus hijos y que tener todos los útiles era de poca importancia, entre otras "perlas" que nos han llevado al inevitable resultado de tener un magisterio mal visto y una realidad educativa muy pobre.
Es cada vez más común toparnos con padres de familia que pretenden saber más que los docentes, que discuten sus labores, que minimizan su aporte en la formación de sus hijos; en otras palabras, existe un menosprecio total. No consideran que para formar a sus hijos, un docente se prepara exhaustivamente durante muchos años, mucho menos que la actualización docente es pan de cada día en un mundo cuya constante es el cambio; el padre de familia simplemente piensa que él sabe más, y no tiene problema en dejarlo en claro frente a sus propios hijos.
Por eso estas líneas pretenden hacer un llamado a la conciencia, piensen ustedes donde estarían si no fuera por sus maestros, los buenos y los no tan buenos -de todo hay en la viña del Señor-, ¿acaso no son ellos los que les ayudaron a desarrollar sus habilidades y destrezas y los llevaron de la mano por la autopista del conocimiento y el saber? Pues los maestros de hoy pretendemos lo mismo para con sus hijos, buscamos lograr la excelencia en ellos; y para ello solo necesitamos que los padres de familia respeten nuestro trabajo y nos dejen hacerlo, después de todo, ¡para eso nos preparamos!
Si a esta altura usted, amable lector, aún no entiende que pretendo con esta publicación, pues lo resumiré en una palabra: RESPETO. Un padre de familia respeta a un docente cuando valora su trabajo, cuando le brinda confianza y poder de decisión sobre sus hijos, cuando entiende que las instituciones educativas del Estado necesitan su apoyo -el presupuesto irrisorio del gobierno hace que el aporte de los padres de familia sea vital, no se dejen engañar-, cuando paga puntualmente las pensiones de enseñanza en las instituciones educativas privadas -por lógica lineal, si usted no paga a tiempo, difícilmente el docente recibe su pago a tiempo-, cuando no se deja engañar por personajes públicos que presumen de ayudar a las familias y su economía cuando en realidad solo buscan votos para iniciar su carrera de congresista, cuando entienden que tienen un rol protagónico en la formación de hábitos y virtudes en sus hijos -lo cual se consigue en casa, no en la escuela-, cuando no justifican los fracasos escolares de sus hijos en una mala práctica docente o en los mil y un déficit que hoy en día se han catalogado, entre otras.
La posición estratégica del padre de familia es vital: están en posición de exigir a las autoridades mejores estándares educativos acompañados de un mejor reconocimiento al docente; y está en ellos mostrar a sus hijos que al maestro se le debe respeto y cariño, así nuestros niños y jóvenes volverán a vernos como lo que somos, los grandes artesanos de su futuro, un futuro del cual padres y docentes deseamos estar orgullosos. Un buen ciudadano, un hombre exitoso empieza a construirse en base al respeto a sus maestros, sus formadores; o ¿acaso ustedes no recuerdan todo lo que hicieron sus maestros por ustedes?
Me pongo entonces a pensar y no siempre fue así, esta fecha ha pasado de ser un evento de magnitudes colosales a convertirse en una fecha más del calendario cívico escolar.
En mis épocas de colegio esperábamos con mucha alegría este día, era algo casi mágico para nosotros; por ello, torturabamos a nuestros padres para poder llevarle el detalle perfecto a la Miss o al Profe, personajes admirables y respetables por donde se les mire. Recuerdo que las secciones competían por ver que profesora o profesor se llevaba más regalos a casa, ¡queríamos hacerlos felices!
Son los tiempos modernos los que han hecho que los padres utilicen el aniversario de nuestra independencia como distractor perfecto para olvidar el homenaje al maestro; tamaña injusticia de nuestra parte, porque sin maestros no existiría nada, ni siquiera nuestra tan mentada libertad del yugo español.
Si observamos otras realidades, veremos cómo existe un estrecho vínculo entre el desarrollo y la cultura; los países que avanzan y progresan lo hacen de la mano de sistemas educativos coherentes, armoniosos y respetuosos. Dicho lo anterior, me atrevo a afirmar que nuestro subdesarrollo se debe a la subcultura nacional que tenemos; misma que nos lleva a querer sacarle la vuelta a la autoridad, a las leyes, a las instituciones; en resumen, querer pasarnos de listos, o -dicho en otras palabras- querer hacernos los vivos.
Todo parece indicar que a nuestras autoridades les encanta este desamor para con los docentes, pues este abre un peligroso camino hacia la ignorancia. Nos lo advirtió uno de nuestros libertadores, el genial Simon Bolívar: "Un pueblo ignorante es instrumento ciego de su propia destrucción", y parece que en ese camino andamos. Es precisamente esa ignorancia la que nos lleva a elegir erróneamente, elección tras elección, a las personas que llevan las riendas del país.
Nuestras autoridades llevaron los sueldos de los maestros a niveles de miseria, nos vendieron la idea de que los colegios privados son unas mafias dedicadas a comerse el dinero de los padres de familia, idearon y promulgaron la famosa ley "perro muerto", satanizaron a las editoriales, les dijeron a los padres de familia tenían que ser partícipes de la elección de textos de sus hijos y que tener todos los útiles era de poca importancia, entre otras "perlas" que nos han llevado al inevitable resultado de tener un magisterio mal visto y una realidad educativa muy pobre.
Es cada vez más común toparnos con padres de familia que pretenden saber más que los docentes, que discuten sus labores, que minimizan su aporte en la formación de sus hijos; en otras palabras, existe un menosprecio total. No consideran que para formar a sus hijos, un docente se prepara exhaustivamente durante muchos años, mucho menos que la actualización docente es pan de cada día en un mundo cuya constante es el cambio; el padre de familia simplemente piensa que él sabe más, y no tiene problema en dejarlo en claro frente a sus propios hijos.
Por eso estas líneas pretenden hacer un llamado a la conciencia, piensen ustedes donde estarían si no fuera por sus maestros, los buenos y los no tan buenos -de todo hay en la viña del Señor-, ¿acaso no son ellos los que les ayudaron a desarrollar sus habilidades y destrezas y los llevaron de la mano por la autopista del conocimiento y el saber? Pues los maestros de hoy pretendemos lo mismo para con sus hijos, buscamos lograr la excelencia en ellos; y para ello solo necesitamos que los padres de familia respeten nuestro trabajo y nos dejen hacerlo, después de todo, ¡para eso nos preparamos!
Si a esta altura usted, amable lector, aún no entiende que pretendo con esta publicación, pues lo resumiré en una palabra: RESPETO. Un padre de familia respeta a un docente cuando valora su trabajo, cuando le brinda confianza y poder de decisión sobre sus hijos, cuando entiende que las instituciones educativas del Estado necesitan su apoyo -el presupuesto irrisorio del gobierno hace que el aporte de los padres de familia sea vital, no se dejen engañar-, cuando paga puntualmente las pensiones de enseñanza en las instituciones educativas privadas -por lógica lineal, si usted no paga a tiempo, difícilmente el docente recibe su pago a tiempo-, cuando no se deja engañar por personajes públicos que presumen de ayudar a las familias y su economía cuando en realidad solo buscan votos para iniciar su carrera de congresista, cuando entienden que tienen un rol protagónico en la formación de hábitos y virtudes en sus hijos -lo cual se consigue en casa, no en la escuela-, cuando no justifican los fracasos escolares de sus hijos en una mala práctica docente o en los mil y un déficit que hoy en día se han catalogado, entre otras.
La posición estratégica del padre de familia es vital: están en posición de exigir a las autoridades mejores estándares educativos acompañados de un mejor reconocimiento al docente; y está en ellos mostrar a sus hijos que al maestro se le debe respeto y cariño, así nuestros niños y jóvenes volverán a vernos como lo que somos, los grandes artesanos de su futuro, un futuro del cual padres y docentes deseamos estar orgullosos. Un buen ciudadano, un hombre exitoso empieza a construirse en base al respeto a sus maestros, sus formadores; o ¿acaso ustedes no recuerdan todo lo que hicieron sus maestros por ustedes?
viernes, 23 de junio de 2017
Una publicación que me devuelve la fe
Al leer la revista "Orgullo" y ver que el Municipio de San Borja se enorgullece del avance en cuanto a la instalación de elementos de control de velocidad -las famosas gibas o rompemuelles- no puedo evitar preguntarme: ¿cuándo llegaran al Jr. Mercator cuadra 5? Zona escolar que no cuenta con dichos elementos en forma adecuada; de hecho tampoco cuenta con una apropiada señalización, mucho menos con algo tan básico como un crucero peatonal.
Y es que hace un buen tiempo tengo una espina clavada en mi ser, misma que proviene de un evento desafortunado que había prometido mantener en secreto; pero esta Revista Municipal -que quisiera creer no se trata de una publicación publicitaria- se encargó de traerlo de vuelta, hacer que lo reviva como si fuera hoy. Resulta que hace un par de años nuestras autoridades ediles tuvieron la genial idea de "borrar" la cebra peatonal que existía a la altura de la puerta principal del colegio que dirijo, muy envalentonado me apersone en las oficinas de la gerencia municipal encargada de estos temas a solicitar restituyan la cebra, así mismo aproveche indicar las carencias que teníamos en cuanto a señalización y los, ahora famosos, elementos reductores de velocidad. El gerente municipal, un comandante del cual no recuerdo su nombre pero si su pedantería, se negó atenderme -digo se negó porque él dijo que no me atendería delante mío- haciendo que un ingeniero cumpla a cabalidad con el origen etimológico de la palabra y se las ingenie para explicarme porqué no correspondía giba ni cebra peatonal sobre la calzada del frontis del colegio, indicándome además que no existían las facilidades para instalar una adecuada señalización vertical en la zona.
Por un momento me llene de fe y apele a su razonabilidad, proponiéndole una solución integral al problema, la instalación de un nada complejo artilugio al cual los peruanos hemos bautizado como camellón. Esta sencilla construcción eleva la altura de una sección transversal de la calzada hasta el nivel de las aceras, haciendo que estás se puedan unir fácilmente. Esto solucionaba -a mi modesto parecer- no solo nuestros tres problemas o carencias pues el camellón de por si es un elemento reductor de velocidad, por sus dimensiones sirve como crucero peatonal y además brindaba las facilidades técnicas para instalar las señales verticales; sino que además serviría como una opción de acercamiento para las personas con discapacidad, dado que la acera en esta zona no se encuentra adecuadamente nivelada -notese que la publicación también habla sobre la "preocupación" del distrito sobre este tema-. El ingeniero me indicó que en caso deseara hacer tal obra, debía dirigirme al municipio metropolitano, me entregó un post-it con los números de ordenanzas y normas técnicas que se debían cumplir y me mando de vuelta a mi trabajo.
Las personas que me conocen saben que no soy de darme por vencido pronto, así que volví a la carga, esta vez intente explicarle que la legislación peruana vela principalmente por el bienestar de los niños y jóvenes, y que las medidas que venían tomando afectaban directamente su seguridad: ¡la Municipalidad de San Borja estaba dejando desprotegidos a sus niños y jóvenes! Creo que mi comentario no le gusto en absoluto pues en respuesta me dijo muy cariñosamente que ellos sabían lo que hacían y que yo debería estar agradecido de que no retirasen la "media giba" que existe, pues esta tampoco nos correspondía.
Créanme que leí de cabo a rabo los dichosos documentos y llegue a la conclusión de que en San Borja no querían ser razonables, tampoco deseaban protegen a los cientos de niños que estudiaban y estudian en muchos colegios de San Borja. Además del centro educativo que dirijo he podido apreciar cebras borradas en el frontis del nido María Inmaculada y a la altura de las puertas de ingreso de los colegios Romeo Luna Victoria y Libertador San Martín; no existen elementos reductores ni señalización adecuada en las inmediaciones de los nidos María de Los Ángeles, Felices y Talentosos y otros muchos.
Seguramente alguien me dirá que pretendo estar por encima de la ley, pero no es así, solo pretendo que las autoridades sean razonables con las instituciones educativas del distrito y velen por la seguridad de nuestros niños y jóvenes. Después de todo, los vecinos sanborjinos nos caracterizamos por ser razonables, y lo demostramos al no reclamar por el camellón de dimensiones colosales sobre la calzada del frontis del palacio municipal -yo que he leído las normas, doy fe que excede largamente las normas reglamentarias-; también somos razonables con el cierre diario de la calle sobre la cual se encuentra la puerta de acceso de la cuna-jardín municipal, mismo que se produce a la hora de ingreso y salida del alumnado. De más está decir que nos gustaría tener autoridades igual de razonables.
Por eso la última edición de la Revista "Orgullo" me hace pensar que podríamos volver a creer, pensar que las autoridades razonables han llegado y con ello quizá los elementos reductores de velocidad, y así recuperar algo de la calma perdida. Mi propuesta es la misma de hace unos años, un camellón que haga las veces de elemento reductor de velocidad, crucero peatonal y base para poder colocar la señalización vertical; no hace falta ser un genio en urbanismo y tránsito para darse cuenta de ello, solo hace falta de una pizca de sentido común. A los genios de la comuna sanborjina los esperare con optimismo en la cuadra 5 del Jr. Mercator, ojalá Nuestra Señora del Rosario los ilumine y les marque el camino.
Y es que hace un buen tiempo tengo una espina clavada en mi ser, misma que proviene de un evento desafortunado que había prometido mantener en secreto; pero esta Revista Municipal -que quisiera creer no se trata de una publicación publicitaria- se encargó de traerlo de vuelta, hacer que lo reviva como si fuera hoy. Resulta que hace un par de años nuestras autoridades ediles tuvieron la genial idea de "borrar" la cebra peatonal que existía a la altura de la puerta principal del colegio que dirijo, muy envalentonado me apersone en las oficinas de la gerencia municipal encargada de estos temas a solicitar restituyan la cebra, así mismo aproveche indicar las carencias que teníamos en cuanto a señalización y los, ahora famosos, elementos reductores de velocidad. El gerente municipal, un comandante del cual no recuerdo su nombre pero si su pedantería, se negó atenderme -digo se negó porque él dijo que no me atendería delante mío- haciendo que un ingeniero cumpla a cabalidad con el origen etimológico de la palabra y se las ingenie para explicarme porqué no correspondía giba ni cebra peatonal sobre la calzada del frontis del colegio, indicándome además que no existían las facilidades para instalar una adecuada señalización vertical en la zona.
Por un momento me llene de fe y apele a su razonabilidad, proponiéndole una solución integral al problema, la instalación de un nada complejo artilugio al cual los peruanos hemos bautizado como camellón. Esta sencilla construcción eleva la altura de una sección transversal de la calzada hasta el nivel de las aceras, haciendo que estás se puedan unir fácilmente. Esto solucionaba -a mi modesto parecer- no solo nuestros tres problemas o carencias pues el camellón de por si es un elemento reductor de velocidad, por sus dimensiones sirve como crucero peatonal y además brindaba las facilidades técnicas para instalar las señales verticales; sino que además serviría como una opción de acercamiento para las personas con discapacidad, dado que la acera en esta zona no se encuentra adecuadamente nivelada -notese que la publicación también habla sobre la "preocupación" del distrito sobre este tema-. El ingeniero me indicó que en caso deseara hacer tal obra, debía dirigirme al municipio metropolitano, me entregó un post-it con los números de ordenanzas y normas técnicas que se debían cumplir y me mando de vuelta a mi trabajo.
Las personas que me conocen saben que no soy de darme por vencido pronto, así que volví a la carga, esta vez intente explicarle que la legislación peruana vela principalmente por el bienestar de los niños y jóvenes, y que las medidas que venían tomando afectaban directamente su seguridad: ¡la Municipalidad de San Borja estaba dejando desprotegidos a sus niños y jóvenes! Creo que mi comentario no le gusto en absoluto pues en respuesta me dijo muy cariñosamente que ellos sabían lo que hacían y que yo debería estar agradecido de que no retirasen la "media giba" que existe, pues esta tampoco nos correspondía.
Créanme que leí de cabo a rabo los dichosos documentos y llegue a la conclusión de que en San Borja no querían ser razonables, tampoco deseaban protegen a los cientos de niños que estudiaban y estudian en muchos colegios de San Borja. Además del centro educativo que dirijo he podido apreciar cebras borradas en el frontis del nido María Inmaculada y a la altura de las puertas de ingreso de los colegios Romeo Luna Victoria y Libertador San Martín; no existen elementos reductores ni señalización adecuada en las inmediaciones de los nidos María de Los Ángeles, Felices y Talentosos y otros muchos.
Seguramente alguien me dirá que pretendo estar por encima de la ley, pero no es así, solo pretendo que las autoridades sean razonables con las instituciones educativas del distrito y velen por la seguridad de nuestros niños y jóvenes. Después de todo, los vecinos sanborjinos nos caracterizamos por ser razonables, y lo demostramos al no reclamar por el camellón de dimensiones colosales sobre la calzada del frontis del palacio municipal -yo que he leído las normas, doy fe que excede largamente las normas reglamentarias-; también somos razonables con el cierre diario de la calle sobre la cual se encuentra la puerta de acceso de la cuna-jardín municipal, mismo que se produce a la hora de ingreso y salida del alumnado. De más está decir que nos gustaría tener autoridades igual de razonables.
Por eso la última edición de la Revista "Orgullo" me hace pensar que podríamos volver a creer, pensar que las autoridades razonables han llegado y con ello quizá los elementos reductores de velocidad, y así recuperar algo de la calma perdida. Mi propuesta es la misma de hace unos años, un camellón que haga las veces de elemento reductor de velocidad, crucero peatonal y base para poder colocar la señalización vertical; no hace falta ser un genio en urbanismo y tránsito para darse cuenta de ello, solo hace falta de una pizca de sentido común. A los genios de la comuna sanborjina los esperare con optimismo en la cuadra 5 del Jr. Mercator, ojalá Nuestra Señora del Rosario los ilumine y les marque el camino.
miércoles, 10 de mayo de 2017
Anecdótico, triste pero anecdótico
Parafraseando al genial César Vallejo, hay golpes en la vida tan fuertes, yo no se... golpes como el que recibí el último lunes, día en el cual pude confirmar que uno de mis más profundos temores: a muchos de los padres de hoy les importa un rábano la educación de sus hijos.
Resulta que en la institución educativa que me honro en dirigir tenemos la sana costumbre de rendir honores a Nuestro Creador y a nuestra Patria -en ese orden- todos los días lunes antes de iniciar nuestras labores de la semana; como es obvio -por una cuestión de respeto hacia Dios, la Patria y nuestra institución- cerramos la puerta de ingreso al alumnado que llegue tarde, permitiendo su ingreso al terminar la actividad. Hasta aquí todo bien, a algunos padres les puede molestar, pero entienden habiendo llegado tarde -lo cual de por si es una falta- les queda respetar la actividad formativa de inicio de semana, misma que es consecuente con los fines y objetivos que persigue la institución educativa que ellos eligieron libremente para sus hijos.
Si hasta ahora no entienden el porqué de mis palabras iniciales, es que aún no les he contado lo que sucedió al reabrir las puertas. Ocurrió que una madre de familia -tan preocupada y abnegada ella- llevó tarde a su hija y no tuvo mejor idea que ingresar al colegio en forma prepotente, arrollando a los alumnos que se encontraban a su paso y mostrando a viva voz su indignación por el tamaño "atropello" que había significado el hacer esperar a su niña. Traté de hacerla entrar en razón, explicándole la importancia de la puntualidad; sin embargo esta dama no entendía, manifestando que eramos unos intransigentes y que llegar unos minutos tarde carecía de importancia. No contenta con ello continuo su arremetida calificándonos de poco menos que infrahumanos por no haber interrumpido la oración que Jesucristo nos enseño, o en su defecto, las sagradas notas de nuestro Himno Nacional; para que de esta manera su pequeña pueda hacer su ingreso triunfal. Todo esto ocurría frente a un privilegiado grupo de alumnos -mismo que previamente había sido atropellado por la señora protagonista de esta historia- que desconcertados miraban el incidente; obviamente frente a ellos no podía flaquear, debía mantenerme firme en mis principios y en aquello que considero lo mejor para su educación, para su futuro; por ello, apelando a la "Santa Paciencia" me atreví a preguntarle sobre cómo pretendía que formemos a su hija en sólidos valores humanos, cívicos y cristianos, si ella misma no era capaz de dar la importancia debida a temas fundamentales como el respeto, el orden y la puntualidad... ¿para qué me atreví a ello? en ese momento su voz se escucho más fuerte que nunca, como queriendo demostrar que en el Perú el que grita más fuerte es dueño de la razón -lamentablemente la ley de la prepotencia cada día gana más adeptos-, increpandome "¡así no es!". Muy internamente pensaba en responder "¿entonces cómo diablos es?", pero me lo guarde, respire profundamente y la invite amablemente a retirarse y dejarnos trabajar; ante su negativa le di cortésmente la espalda y atendía a mis alumnos, con el mismo cariño de siempre y rogando que en el futuro no se vuelvan como esa señora; finalmente el personal de seguridad cumplió su labor.
Ahora más calmado, y habiendo asimilado el golpe, no me queda más que seguir remando contra corriente por conseguir mi ideal de formar personas de bien para el futuro, personas con un alto sentido de responsabilidad social, personas preparadas para ser exitosas en una sociedad, personas con sólidos valores y virtudes; aún cuando en sus casas no compartan este ideal. Este episodio lo dejare como algo anecdótico, triste pero anecdótico.
Resulta que en la institución educativa que me honro en dirigir tenemos la sana costumbre de rendir honores a Nuestro Creador y a nuestra Patria -en ese orden- todos los días lunes antes de iniciar nuestras labores de la semana; como es obvio -por una cuestión de respeto hacia Dios, la Patria y nuestra institución- cerramos la puerta de ingreso al alumnado que llegue tarde, permitiendo su ingreso al terminar la actividad. Hasta aquí todo bien, a algunos padres les puede molestar, pero entienden habiendo llegado tarde -lo cual de por si es una falta- les queda respetar la actividad formativa de inicio de semana, misma que es consecuente con los fines y objetivos que persigue la institución educativa que ellos eligieron libremente para sus hijos.
Si hasta ahora no entienden el porqué de mis palabras iniciales, es que aún no les he contado lo que sucedió al reabrir las puertas. Ocurrió que una madre de familia -tan preocupada y abnegada ella- llevó tarde a su hija y no tuvo mejor idea que ingresar al colegio en forma prepotente, arrollando a los alumnos que se encontraban a su paso y mostrando a viva voz su indignación por el tamaño "atropello" que había significado el hacer esperar a su niña. Traté de hacerla entrar en razón, explicándole la importancia de la puntualidad; sin embargo esta dama no entendía, manifestando que eramos unos intransigentes y que llegar unos minutos tarde carecía de importancia. No contenta con ello continuo su arremetida calificándonos de poco menos que infrahumanos por no haber interrumpido la oración que Jesucristo nos enseño, o en su defecto, las sagradas notas de nuestro Himno Nacional; para que de esta manera su pequeña pueda hacer su ingreso triunfal. Todo esto ocurría frente a un privilegiado grupo de alumnos -mismo que previamente había sido atropellado por la señora protagonista de esta historia- que desconcertados miraban el incidente; obviamente frente a ellos no podía flaquear, debía mantenerme firme en mis principios y en aquello que considero lo mejor para su educación, para su futuro; por ello, apelando a la "Santa Paciencia" me atreví a preguntarle sobre cómo pretendía que formemos a su hija en sólidos valores humanos, cívicos y cristianos, si ella misma no era capaz de dar la importancia debida a temas fundamentales como el respeto, el orden y la puntualidad... ¿para qué me atreví a ello? en ese momento su voz se escucho más fuerte que nunca, como queriendo demostrar que en el Perú el que grita más fuerte es dueño de la razón -lamentablemente la ley de la prepotencia cada día gana más adeptos-, increpandome "¡así no es!". Muy internamente pensaba en responder "¿entonces cómo diablos es?", pero me lo guarde, respire profundamente y la invite amablemente a retirarse y dejarnos trabajar; ante su negativa le di cortésmente la espalda y atendía a mis alumnos, con el mismo cariño de siempre y rogando que en el futuro no se vuelvan como esa señora; finalmente el personal de seguridad cumplió su labor.
Ahora más calmado, y habiendo asimilado el golpe, no me queda más que seguir remando contra corriente por conseguir mi ideal de formar personas de bien para el futuro, personas con un alto sentido de responsabilidad social, personas preparadas para ser exitosas en una sociedad, personas con sólidos valores y virtudes; aún cuando en sus casas no compartan este ideal. Este episodio lo dejare como algo anecdótico, triste pero anecdótico.
jueves, 4 de mayo de 2017
Se Necesitan Docentes Extraordinarios
Tengo buen tiempo tratando de redondear ideas y finalizar artículos, de hecho tengo tres en cola que, cada vez que se me vienen las ideas y corro a un computador para cerrarlos, ocurre algo en el camino que me distrae. Pues bueno, me acaba de ocurrir una vez más, pero ahora resulta que el tema distractor se convirtió en un nuevo tema, el cual por el hondo malestar que me produjo, me veo en la obligación de compartir mi parecer con el mundo -siendo honestos, con la pequeña porción del mundo que se toma el trabajo de leerme-.
Para una persona que ha entregado su vida a la docencia, me resulta difícil de comprender el porqué nuestra profesión es tan mal vista en algunos círculos, el porqué somos menospreciados como profesionales, el porqué no obtenemos un reconocimiento acorde a la ardua labor que realizamos. No debería ser así, después de todo, todos en algún momento de nuestras vidas hemos tenido un docente, maestro o profesor, el cual aporto su granito de arena en lo que somos el día de hoy.
Dicho lo anterior, ser docente es una cuestión de orgullo, es una responsabilidad con el futuro del mundo, es la oportunidad que nos brinda el destino de ser participes en los cambios del mañana; ser docente significa modelar a los hombres y mujeres que tomarán esta nave espacial llamada Tierra como suya en muy poco tiempo, y deben estar capacitados para pilotearla con éxito. Por ello, un docente no puede fallar nunca, debe hacer su trabajo y hacerlo bien.
Esto último me lleva al motivo de mi malestar personal sobre el cual hice mención previamente, y es que existen muchos colegas para los cuales hacer bien su labor docente consiste en impartir una buena clase, enseñar nuevas técnicas y conceptos, mostrar herramientas para desarrollar las habilidades personales y sociales, ser el agente activo que busca transmitir nuevos conocimientos y destrezas; en otras palabras, tener un buen manejo de grupo en el aula y obtener resultados académicos medibles. Esto señores, es el trabajo elemental y básico que debería realizar cualquier docente, es la labor que realizamos para ganarnos nuestro sustento diario, es nuestra chamba; es decir, es el trabajo que realiza en forma ordinaria un docente.
A todos mis colegas que piensan así, que manifiestan que su función en esta vida es únicamente la de dictar clase, les digo entonces una gran verdad: son docentes ordinarios. Y aunque la dichosa palabrita suene fuerte, se ajusta a la perfección, es lógica lineal, ¡si realizas un trabajo ordinario, entonces eres un profesional ordinario! Entonces, quisiera llegar un poco más allá, y plantear una respuesta a los muchos porqués que me planteaba previamente; y esta seria por la existencia de muchos docentes ordinarios.
Últimamente los profesionales buscan destacarse del resto por los títulos obtenidos, por los estudios realizados, por las especializaciones internacionales... díganme ustedes, ¿cómo diablos eso le es útil a un alumno? ¿acaso lo utilizan en su quehacer diario? Para mi los que valen son aquellos docentes que se reinventan día a día por captar la atención de sus alumnos; que se preocupan por el desarrollo intelectual, emocional, social, cultural y psicológico de los niños y jóvenes que tiene a su cargo; que buscan por todos los medios obtener la confianza de sus alumnos; que trabajan la mecánica adecuada para convertirse en ejemplo de vida; que se toman un tiempo extra para lograr la comprensión de contenidos de todo el grupo bajo su responsabilidad; aquellos que si ven a un alumno llegar tarde o dar una respuesta fuera de lugar no vacilan en corregirle de inmediato; los que no se hacen los sordos cuando un alumno lanza un improperio; los que les explican que existen normas para convivir armoniosamente en sociedad; aquellos que buscan modelar sus vidas de manera tal que elijan bien lo que desean ser en esta vida; aquellos que no abandonan la lucha -a pesar que a veces la colaboración de la familia es poca o nula-; aquellos nunca dejan de creer en sus pupilos; en resúmen, aquellos que hacen más de lo ordinario; convirtiendose entonces en docentes extraordinarios –que los hay y muchos-.
El día que nosotros mismos nos revaloremos y decidamos ser docentes extraordinarios, ese día se acabaran las discusiones y menosprecios hacia nuestra labor, ese día seremos mejor reconocidos social y económicamente. Ese día esta en nuestras manos, el gran cambio esta en todos y cada uno de nosotros, ¿asumen el reto? ¿nos volvemos todos extraordinarios? ¿o acaso piensan transitar toda su vida por la intrascendencia de lo ordinario? La pelota esta en su cancha, queridos colegas.
Para una persona que ha entregado su vida a la docencia, me resulta difícil de comprender el porqué nuestra profesión es tan mal vista en algunos círculos, el porqué somos menospreciados como profesionales, el porqué no obtenemos un reconocimiento acorde a la ardua labor que realizamos. No debería ser así, después de todo, todos en algún momento de nuestras vidas hemos tenido un docente, maestro o profesor, el cual aporto su granito de arena en lo que somos el día de hoy.
Dicho lo anterior, ser docente es una cuestión de orgullo, es una responsabilidad con el futuro del mundo, es la oportunidad que nos brinda el destino de ser participes en los cambios del mañana; ser docente significa modelar a los hombres y mujeres que tomarán esta nave espacial llamada Tierra como suya en muy poco tiempo, y deben estar capacitados para pilotearla con éxito. Por ello, un docente no puede fallar nunca, debe hacer su trabajo y hacerlo bien.
Esto último me lleva al motivo de mi malestar personal sobre el cual hice mención previamente, y es que existen muchos colegas para los cuales hacer bien su labor docente consiste en impartir una buena clase, enseñar nuevas técnicas y conceptos, mostrar herramientas para desarrollar las habilidades personales y sociales, ser el agente activo que busca transmitir nuevos conocimientos y destrezas; en otras palabras, tener un buen manejo de grupo en el aula y obtener resultados académicos medibles. Esto señores, es el trabajo elemental y básico que debería realizar cualquier docente, es la labor que realizamos para ganarnos nuestro sustento diario, es nuestra chamba; es decir, es el trabajo que realiza en forma ordinaria un docente.
A todos mis colegas que piensan así, que manifiestan que su función en esta vida es únicamente la de dictar clase, les digo entonces una gran verdad: son docentes ordinarios. Y aunque la dichosa palabrita suene fuerte, se ajusta a la perfección, es lógica lineal, ¡si realizas un trabajo ordinario, entonces eres un profesional ordinario! Entonces, quisiera llegar un poco más allá, y plantear una respuesta a los muchos porqués que me planteaba previamente; y esta seria por la existencia de muchos docentes ordinarios.
Últimamente los profesionales buscan destacarse del resto por los títulos obtenidos, por los estudios realizados, por las especializaciones internacionales... díganme ustedes, ¿cómo diablos eso le es útil a un alumno? ¿acaso lo utilizan en su quehacer diario? Para mi los que valen son aquellos docentes que se reinventan día a día por captar la atención de sus alumnos; que se preocupan por el desarrollo intelectual, emocional, social, cultural y psicológico de los niños y jóvenes que tiene a su cargo; que buscan por todos los medios obtener la confianza de sus alumnos; que trabajan la mecánica adecuada para convertirse en ejemplo de vida; que se toman un tiempo extra para lograr la comprensión de contenidos de todo el grupo bajo su responsabilidad; aquellos que si ven a un alumno llegar tarde o dar una respuesta fuera de lugar no vacilan en corregirle de inmediato; los que no se hacen los sordos cuando un alumno lanza un improperio; los que les explican que existen normas para convivir armoniosamente en sociedad; aquellos que buscan modelar sus vidas de manera tal que elijan bien lo que desean ser en esta vida; aquellos que no abandonan la lucha -a pesar que a veces la colaboración de la familia es poca o nula-; aquellos nunca dejan de creer en sus pupilos; en resúmen, aquellos que hacen más de lo ordinario; convirtiendose entonces en docentes extraordinarios –que los hay y muchos-.
El día que nosotros mismos nos revaloremos y decidamos ser docentes extraordinarios, ese día se acabaran las discusiones y menosprecios hacia nuestra labor, ese día seremos mejor reconocidos social y económicamente. Ese día esta en nuestras manos, el gran cambio esta en todos y cada uno de nosotros, ¿asumen el reto? ¿nos volvemos todos extraordinarios? ¿o acaso piensan transitar toda su vida por la intrascendencia de lo ordinario? La pelota esta en su cancha, queridos colegas.
jueves, 16 de marzo de 2017
Necesitamos ver más allá de lo evidente
Algún día tenía que pasar: me cansé de abrir mis redes sociales y ver tanto odio, resentimiento, rencor, enemistad, fanatismo, hostilidad, intolerancia e intransigencia que vierten gratuitamente los opinologos de turno sobre el tópico de moda: la ideología de género.
El tema es sumamente interesante y ha dejado al descubierto las más bajas pasiones de muchas personas; ha motivado que de un lado y del otro se lancen los más variopintos adjetivos; ha dado origen a nuevos colectivos civiles y a la aparición de nuevos líderes de opinión; ha generado nuevos temas de conversación en el seno de los grupos familiares y amicales; ha creado un conflicto de religiones y creencias; entre otras, haciendo que los peruanos -que creemos que lo sabemos todo- desviemos nuestra atención hacia un punto fijo, con lo cual "olvidamos" los demás problemas de nuestro país.
¿Acaso no es prioritario el tema de la seguridad ciudadana? Me van a disculpar, pero me parece un absurdo que personas que ni siquiera tienen hijos se anden preocupando por aquello que dice o deja de decir la curricular peruana y no digan ni pío acerca del miedo, pánico y terror que siembran las bandas criminales; no hay un miserable día en el que no tengamos muertes por la insania de estos delincuentes, victimas inocentes de esta horda de desadaptados que crece día a día en nuestro país sin que las autoridades muestren la más mínima intención real de ponerle freno... pero claro, más bonito es subir al twitter comentarios ofensivos contra los participantes en la marcha Con Mis Hijos no te metas, ¡eso si es cool!
¿No es necesaria acción inmediata para ayudar a nuestros compatriotas que están sufriendo las inclemencias del clima? Resulta carente de toda lógica que miles de personas manifiesten que la nueva curricular es una aberración y una ofensa a Nuestro Creador y no muestren un poco de solidaridad para con los pueblos que han sido arrasados por huaicos, inundados por las lluvias torrenciales y devastados por las cambiantes temperaturas... pero es obvio que compartir los enlaces de tal o cual sacerdote o pastor refiriéndose al tema de moda nos hace mejores hijos de Dios, ¡la gloria eterna es nuestra!
Y por último, pero no menos importante, ¿no es de interés nacional que el Presidente de la Republica nos aclare su participación en las repartijas de Odebrecht? Para este humilde servidor es inadmisible que nuestro "Presidente de Lujo" no haya sabido nada de este tremendo negociado; esta empresa trasnacional tiene muchos años haciendo tratos comerciales con nuestro país, aprovechando que nuestras autoridades tienen precio para hacer negocios redondos; en ese ínterin el Señor Presidente fue funcionario público y ministro de Estado, pero el no sabía nada, ¡que raro!... pero obviamente es mejor hacer divertidos memes de nuestras autoridades y su absurda defensa a la ideología de género -a la cual están tratando de enmascarar bajo otros nombres y ¡no nos damos cuenta!- y subirlos al ciber espacio vía instagram, y si logramos que nuestros seguidores lo compartan muchas veces, ¡mejor!
Señoras y señores, estamos en medio de una cortina de humo más densa que la niebla de Londres, más oscura que las cenizas de un volcán en erupción; recuerden ahora más que nunca aquel viejo adagio que reza: Divide y conquistaras. La opinión de este humilde servidor es que nuestras autoridades -con el apoyo incondicional y servil de la mayoría de medios de comunicación- buscan aprovecharse del desconocimiento de las grandes masas acerca del tema de moda para polarizar nuestra opinión, para enfrascarnos en una interminable discusión; todo para lograr que olvidemos situaciones reales e importantes que vienen ocurriendo en nuestro país, y "pasar piola" frente a aquello que deberían hacer y no hacen, ser "salvados por la campana" frente a aquello que deberían rendir cuentas a la Nación... mientras tanto, los peruanos seguimos enfrentados, pues yo ya me canse, ¿y tú?
El tema es sumamente interesante y ha dejado al descubierto las más bajas pasiones de muchas personas; ha motivado que de un lado y del otro se lancen los más variopintos adjetivos; ha dado origen a nuevos colectivos civiles y a la aparición de nuevos líderes de opinión; ha generado nuevos temas de conversación en el seno de los grupos familiares y amicales; ha creado un conflicto de religiones y creencias; entre otras, haciendo que los peruanos -que creemos que lo sabemos todo- desviemos nuestra atención hacia un punto fijo, con lo cual "olvidamos" los demás problemas de nuestro país.
¿Acaso no es prioritario el tema de la seguridad ciudadana? Me van a disculpar, pero me parece un absurdo que personas que ni siquiera tienen hijos se anden preocupando por aquello que dice o deja de decir la curricular peruana y no digan ni pío acerca del miedo, pánico y terror que siembran las bandas criminales; no hay un miserable día en el que no tengamos muertes por la insania de estos delincuentes, victimas inocentes de esta horda de desadaptados que crece día a día en nuestro país sin que las autoridades muestren la más mínima intención real de ponerle freno... pero claro, más bonito es subir al twitter comentarios ofensivos contra los participantes en la marcha Con Mis Hijos no te metas, ¡eso si es cool!
¿No es necesaria acción inmediata para ayudar a nuestros compatriotas que están sufriendo las inclemencias del clima? Resulta carente de toda lógica que miles de personas manifiesten que la nueva curricular es una aberración y una ofensa a Nuestro Creador y no muestren un poco de solidaridad para con los pueblos que han sido arrasados por huaicos, inundados por las lluvias torrenciales y devastados por las cambiantes temperaturas... pero es obvio que compartir los enlaces de tal o cual sacerdote o pastor refiriéndose al tema de moda nos hace mejores hijos de Dios, ¡la gloria eterna es nuestra!
Y por último, pero no menos importante, ¿no es de interés nacional que el Presidente de la Republica nos aclare su participación en las repartijas de Odebrecht? Para este humilde servidor es inadmisible que nuestro "Presidente de Lujo" no haya sabido nada de este tremendo negociado; esta empresa trasnacional tiene muchos años haciendo tratos comerciales con nuestro país, aprovechando que nuestras autoridades tienen precio para hacer negocios redondos; en ese ínterin el Señor Presidente fue funcionario público y ministro de Estado, pero el no sabía nada, ¡que raro!... pero obviamente es mejor hacer divertidos memes de nuestras autoridades y su absurda defensa a la ideología de género -a la cual están tratando de enmascarar bajo otros nombres y ¡no nos damos cuenta!- y subirlos al ciber espacio vía instagram, y si logramos que nuestros seguidores lo compartan muchas veces, ¡mejor!
Señoras y señores, estamos en medio de una cortina de humo más densa que la niebla de Londres, más oscura que las cenizas de un volcán en erupción; recuerden ahora más que nunca aquel viejo adagio que reza: Divide y conquistaras. La opinión de este humilde servidor es que nuestras autoridades -con el apoyo incondicional y servil de la mayoría de medios de comunicación- buscan aprovecharse del desconocimiento de las grandes masas acerca del tema de moda para polarizar nuestra opinión, para enfrascarnos en una interminable discusión; todo para lograr que olvidemos situaciones reales e importantes que vienen ocurriendo en nuestro país, y "pasar piola" frente a aquello que deberían hacer y no hacen, ser "salvados por la campana" frente a aquello que deberían rendir cuentas a la Nación... mientras tanto, los peruanos seguimos enfrentados, pues yo ya me canse, ¿y tú?
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