lunes, 14 de agosto de 2017

La Prevención del Bullying Empieza en Casa

En esta ocasión hablare acerca de una palabrita novedosa, usada en forma indiscriminada y muchas veces fuera de su real contexto, producto del alienamiento cultural que padecemos, palabra favorita de la prensa y utilizada rápidamente por los medios; me refiero al temido bullying, que dicho en buen castellano no es otra cosa que el acoso escolar.
Lo digo así de simple y directo porque el acoso escolar es algo que siempre existió –y que probablemente siempre existirá-, porque las personas abusadoras y abusivas siempre existieron, porque los niños y jóvenes timoratos y callados no son una invención moderna, porque el peruano es envidioso por naturaleza -aunque nos duela aceptarlo-, porque la malicia siempre seduce y despierta nuestras más bajas pasiones. Recuerdo mis épocas de alumno, era casi una obligación que cada aula tenga su lorna oficial, aquel compañero que era blanco de bromas de todo calibre, aquel muchacho que recibía alegremente los apanados a la hora de recreo, aquel jovenzuelo que había descubierto la sumisión como arma para ser aceptado dentro del grupo; y es que finalmente era así: el lorna era uno más del grupo.
¿Qué ha cambiado entonces? Pues varias cosas, para empezar la dichosa palabrita suena bonita, aristocrática y cool; esto ha hecho que la prensa la utilice hasta por gusto bautizando cualquier tipo de agresión -por mínima que esta sea- como bullying; es decir, un psicosocial de primera. Hay que añadir una generación con una baja autoestima, producto de nuestro maldito pensamiento de querer entregar gratuitamente a nuestros hijos aquellos beneficios que no teníamos a su edad, brindándoles todo aquello que esté a nuestro alcance en forma sencilla y rápida, acostumbrándolos a tener una pobre tolerancia ante la frustración, enseñándoles a pensar solo en ellos mismos sin importar los demás. Finalmente, ahora el bully o persona objeto del acoso, ya no es parte del grupo.
Bajo estas premisas, el abusivo lo seguirá siendo pues le enseñaron que tiene derecho a todo lo que quiera; la víctima caerá en la más profunda miseria pues no le enseñaron a hacer frente a los problemas, no sabe pedir ayuda pues nunca la necesito -siempre le dieron en la yema del gusto-; y los testigos no intervendrán ni dirán nada, después de todo ese no es su problema.
Día a día vemos noticias en las que niños y jóvenes sufren a causa del acoso escolar; y es muy fácil buscar como culpable a la escuela, cuando en realidad corresponde a las familias como primeras educadoras darles a sus hijos las herramientas necesarias para desenvolverse sanamente en la sociedad; con una alta autoestima y un enorme sentido de respeto para con nuestro prójimo.

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