Curioso lo que ocurre en nuestro país, no hemos tardado en organizar marchas y protestas por la suspensión de Paolo Guerrero; sin embargo, hemos pasado por alto el alza a los impuestos, situación que inevitablemente atentará contra la economía familiar.
No nos engañemos, la reestructuración del impuesto selectivo al consumo (ISC) no busca hacerle un favor a la salud y el medio ambiente -como pretenden hacernos creer- sino que pretende elevar la recaudación tributaria a costa de los ciudadanos comunes y corrientes.
Nuestros últimos gobernantes vienen siendo investigados por malos manejos, por decir lo menos; situación que ha dejado al país en crisis. Así, el gobierno necesita recaudar fondos con carácter de urgencia, y no han tenido mejor idea que cargarnos esa mochila a todos nosotros.
La obesidad, el tabaquismo y la ingesta de alcohol son problemas sociales y de salud ciertos; pero en vez de incrementar impuestos, sería más conveniente exigir a las empresas a colocar advertencias adecuadas en sus productos que permitan al consumidor saber las consecuencias que trae su consumo.
También es cierto que nuestro país tiene un índice de contaminación alto; sin embargo, incrementar el impuesto a los combustibles y a cierto tipo de vehículos motorizados hace que todos paguemos por la contaminación cuando -evidentemente- no todos contaminamos por igual. Resulta curioso que empresas industriales, mineras y agrarias gocen de exoneraciones tributarias cuando son justamente ellas las que generan depredación, pérdida de espacios naturales y contaminación de las aguas.
En casos como el nuestro, en el cual el gobierno necesita con urgencia incrementar sus ingresos; lo lógico sería empezar por cobrar a todas las grandes trasnacionales, las empresas aéreas y de telecomunicaciones y hasta a los clubes de fútbol que tienen deudas millonarias con el ente recaudador de nuestro país. Acto seguido, eliminar los beneficios tributarios a casinos, bancos, mineras e industrias que gozan de absurdas gollerías. Crear impuestos para aquellas industrias y comercios que más contaminan también sería una alternativa sería, así como crear impuestos a quienes más ingresos tienen, empezando por los congresistas.
En resumen, lo que el Perú necesita es una política tributaria coherente y que recaiga principalmente sobre los grupos que concentran la riqueza -los cuales gozan de exoneraciones increíbles- y las empresas que realmente atentan contra el medio ambiente. No es justo que sea a nosotros, los “ciudadanos de a pie” a quienes se nos venga a “meter la mano en el bolsillo” usando como pretexto nuestra salud y el espíritu ecológico del gobierno. Es hora de sacarnos la venda de los ojos y alzar nuestra voz de protesta por todo aquello que es injusto; y hoy por hoy no solamente es injusto el castigo al capitán de la selección peruana -aunque está situación ha caído como anillo al dedo del gobierno- sino que también es inaceptable la reestructuración del ISC.
jueves, 17 de mayo de 2018
jueves, 10 de mayo de 2018
Atención Preferencial: Uso y Abuso
En un país donde la cortesía y la caballerosidad han perdido la batalla contra el abuso y el atropello; se hacía necesaria una ley para que exista atención preferente en lugares de atención al público. Nuestros legisladores nos entregaron entonces una ley que brinda facilidades a nuestros hermanos menos favorecidos, buscando que sus tiempos de espera sean menores y su atención se optimice.
Lamentablemente esta ley es muy genérica, dejando muchos vacíos e interrogantes que quedan flotando; queda en evidencia que se trata de una norma dictada con fines efectistas y populistas pero sin asumir riesgos. La prueba fehaciente de ello es que, a la fecha, no existe un reglamento claro sobre los alcances de esta disposición; de hecho ni siquiera queda abierto el camino a ello pues se indica que son las propias instituciones las que deben implementar las medidas para garantizar el cumplimiento de la ley.
Al darle a las empresas la libertad de emitir sus propias directivas, se dio pie a que la gran mayoría sientan que con asignar una ventanilla de atención preferencial y colocar un simpático letrero ya están cumpliendo con los beneficiarios de la legislación. Pero el dejar todo en términos tan generales también ha dado pie a que un grosero grupo de personas hagan abuso de la normativa.
No es extraño ver en una cola preferencial a señoras de unos 50 años, de esas que asisten muy maquilladas al gimnasio y no dudan ni un instante en coquetear -y si se puede toquetear mejor- a los instructores, esperando ser atendidas antes que un individuo en silla de ruedas; tampoco es raro ver señores en sus 60 abriles, de esos que fuman como chimeneas y no les duele nada al piropear a cuánta fémina que se cruce en su camino, renegando porque la cola no avanza por culpa de la lentitud y parsimonia de una anciana de 90 años; no es inusual ver señoras con sus hijos de 12 años esperando ser atendidas antes que otras que están embarazadas de 8 meses y contando.
En el Perú existen personas que interrumpen el juego de sus hijos y los llevan “de paseo” al banco; hay individuos que prefieren mandar a sus abuelitos a pagar las cuentas; encontramos empresas que contratan personal con más de 65 años para que realicen gestiones bancarias y en instituciones públicas; todo esto con la finalidad de ganar tiempo.
En resumidas cuentas, al no existir una mínima razonabilidad ni el más ínfimo criterio de urgencia en esta norma; no dudamos en aprovecharnos de ella. ¡Que diablos nos importan los demás y sus problemas! A nosotros que nos atiendan primero y si no es así, ponemos el grito en el cielo y exigimos el libro de reclamaciones.
Después de todo, y aunque las situaciones mencionadas denotan un marcado abuso de derecho, la ley las ampara. Y es que los peruanos somos así: hecha la ley, hecha la trampa.
Lamentablemente esta ley es muy genérica, dejando muchos vacíos e interrogantes que quedan flotando; queda en evidencia que se trata de una norma dictada con fines efectistas y populistas pero sin asumir riesgos. La prueba fehaciente de ello es que, a la fecha, no existe un reglamento claro sobre los alcances de esta disposición; de hecho ni siquiera queda abierto el camino a ello pues se indica que son las propias instituciones las que deben implementar las medidas para garantizar el cumplimiento de la ley.
Al darle a las empresas la libertad de emitir sus propias directivas, se dio pie a que la gran mayoría sientan que con asignar una ventanilla de atención preferencial y colocar un simpático letrero ya están cumpliendo con los beneficiarios de la legislación. Pero el dejar todo en términos tan generales también ha dado pie a que un grosero grupo de personas hagan abuso de la normativa.
No es extraño ver en una cola preferencial a señoras de unos 50 años, de esas que asisten muy maquilladas al gimnasio y no dudan ni un instante en coquetear -y si se puede toquetear mejor- a los instructores, esperando ser atendidas antes que un individuo en silla de ruedas; tampoco es raro ver señores en sus 60 abriles, de esos que fuman como chimeneas y no les duele nada al piropear a cuánta fémina que se cruce en su camino, renegando porque la cola no avanza por culpa de la lentitud y parsimonia de una anciana de 90 años; no es inusual ver señoras con sus hijos de 12 años esperando ser atendidas antes que otras que están embarazadas de 8 meses y contando.
En el Perú existen personas que interrumpen el juego de sus hijos y los llevan “de paseo” al banco; hay individuos que prefieren mandar a sus abuelitos a pagar las cuentas; encontramos empresas que contratan personal con más de 65 años para que realicen gestiones bancarias y en instituciones públicas; todo esto con la finalidad de ganar tiempo.
En resumidas cuentas, al no existir una mínima razonabilidad ni el más ínfimo criterio de urgencia en esta norma; no dudamos en aprovecharnos de ella. ¡Que diablos nos importan los demás y sus problemas! A nosotros que nos atiendan primero y si no es así, ponemos el grito en el cielo y exigimos el libro de reclamaciones.
Después de todo, y aunque las situaciones mencionadas denotan un marcado abuso de derecho, la ley las ampara. Y es que los peruanos somos así: hecha la ley, hecha la trampa.
martes, 24 de abril de 2018
Orden y Cultura para el Desarrollo
Viajar y conocer nuevas culturas hace que expandamos nuestros horizontes, que veamos el mundo de otra manera. Precisamente hace unos dias me encontraba viviendo otras costumbres y realidades; y lamentablemente no pude evitar -es parte de nuestra naturaleza humana- comparar su estilo de vida y el nuestro, y con ello preguntarme si no serán las diferencias que encontramos las que han motivado que nos lleven muchos años de ventaja en cuanto a desarrollo, progreso y bienestar.
Y es que un simple paseo por las calles basta para apreciar las grandes diferencias, empezando con una notoria ausencia de desperdicios en las calles; pero está no se debe a un extraordinario servicio de limpieza, se debe a que los ciudadanos casi no arrojan basura al piso. Otro detalle curioso es que no percibimos “bocinazos” ni gritos de furibundos conductores, el tráfico y las demoras existen, pero la paciencia y el respeto son mayores; el único ruido fuerte que logramos oír es de alguna ambulancia que acude a atender una emergencia y en estos casos los vehículos ceden presurosos el paso.
Nuestro paseo nos obliga a cruzar las calles, procedimiento que se hace exclusivamente por los cruceros peatonales ubicados estratégicamente cada cierta distancia. Vemos que los vehículos se detienen para ceder el paso a los peatones y esperan pacientemente que terminen de cruzar para continuar su circulación... ¡Increíble!
Para tomar el transporte publico se debe esperar en los paraderos; a las personas no les afecta si el paradero está en la puerta de su casa y/o trabajo o a cinco cuadras del mismo, igual el paradero se respeta. Lo mismo ocurre al bajar, solamente se hace en paraderos oficiales; nadie critica ni ofende al conductor por ello. Los buses están siempre limpios y ordenados y existe una precisión casi matemática en la frecuencia en la qué pasan; y no vemos carreras ni maniobras asesinas para ello.
Por estas tierras no existe una ley de atención preferencial, mucho menos los asientos reservados; pero si una dama embarazada sube al bus, rápidamente le ceden el asiento -nadie se hace el dormido- con cortesía; y si un adulto mayor se ubica detrás de uno en la cola, presurosamente se le ceden el turno. De igual manera observé que si a algún bebé se le caía algo de su coche, algún observador le daba aviso a los padres.
Acá los motociclistas usan casco siempre, las personas recogen las excretas de sus mascotas, la basura se arroja en los tachos, la presencia policial inspira respeto, nunca estacionan en lugares prohibidos ni en entradas de casas o cocheras, entre otras cosas que me han dejado asombrado.
Todas estas acciones las podemos resumir en dos términos poderosos: orden y cultura. Y es que en estas tierras la calidad educativa es preponderante -más allá de si es pública o privada- y está al servicio de la formación de verdaderos ciudadanos, personas que serán valiosas en el desarrollo de un país. Por ello, los profesores son vistos como agentes de cambio, muy respetados y tomados como ejemplo de vida.
Y es que un simple paseo por las calles basta para apreciar las grandes diferencias, empezando con una notoria ausencia de desperdicios en las calles; pero está no se debe a un extraordinario servicio de limpieza, se debe a que los ciudadanos casi no arrojan basura al piso. Otro detalle curioso es que no percibimos “bocinazos” ni gritos de furibundos conductores, el tráfico y las demoras existen, pero la paciencia y el respeto son mayores; el único ruido fuerte que logramos oír es de alguna ambulancia que acude a atender una emergencia y en estos casos los vehículos ceden presurosos el paso.
Nuestro paseo nos obliga a cruzar las calles, procedimiento que se hace exclusivamente por los cruceros peatonales ubicados estratégicamente cada cierta distancia. Vemos que los vehículos se detienen para ceder el paso a los peatones y esperan pacientemente que terminen de cruzar para continuar su circulación... ¡Increíble!
Para tomar el transporte publico se debe esperar en los paraderos; a las personas no les afecta si el paradero está en la puerta de su casa y/o trabajo o a cinco cuadras del mismo, igual el paradero se respeta. Lo mismo ocurre al bajar, solamente se hace en paraderos oficiales; nadie critica ni ofende al conductor por ello. Los buses están siempre limpios y ordenados y existe una precisión casi matemática en la frecuencia en la qué pasan; y no vemos carreras ni maniobras asesinas para ello.
Por estas tierras no existe una ley de atención preferencial, mucho menos los asientos reservados; pero si una dama embarazada sube al bus, rápidamente le ceden el asiento -nadie se hace el dormido- con cortesía; y si un adulto mayor se ubica detrás de uno en la cola, presurosamente se le ceden el turno. De igual manera observé que si a algún bebé se le caía algo de su coche, algún observador le daba aviso a los padres.
Acá los motociclistas usan casco siempre, las personas recogen las excretas de sus mascotas, la basura se arroja en los tachos, la presencia policial inspira respeto, nunca estacionan en lugares prohibidos ni en entradas de casas o cocheras, entre otras cosas que me han dejado asombrado.
Todas estas acciones las podemos resumir en dos términos poderosos: orden y cultura. Y es que en estas tierras la calidad educativa es preponderante -más allá de si es pública o privada- y está al servicio de la formación de verdaderos ciudadanos, personas que serán valiosas en el desarrollo de un país. Por ello, los profesores son vistos como agentes de cambio, muy respetados y tomados como ejemplo de vida.
Quejarnos por todo no nos llevará al ansiado crecimiento; tenemos que empezar por cambiar nuestras costumbres, con orden y cultura.
El día en que comprendamos que la verdadera cultura es parte del progreso, que el orden lleva inevitablemente al crecimiento social, económico y científico; ahí estaremos listos para iniciar el tortuoso camino hacia el desarrollo. Mientras tanto continuaremos siendo prisioneros de nuestra cultura chicha, de nuestra cultura de subdesarrollo.viernes, 23 de marzo de 2018
Envueltos en una Cultura de Odio
De Laura Bozzo recuerdo una frase muy acertada -quizá la única buena que haya salido de sus labios- y nos decía que en nuestro país se había adoptado una cultura de odio. Hoy más que nunca estoy de acuerdo, el mal sembrado en nuestro medio llego al extremo de dejarnos sin Presidente de la República. A este lo habían tildado de lobbista, coimero, inmoral, corrupto, mentiroso y un largo etcétera; el ilusamente había procurado defenderse invocando a la reconciliación nacional; pero no sería suficiente para frenar una maquinaria destinada a desprestigiarlo, hostigarlo y obligarlo a abandonar; basto con hurgar un poco en su vida y utilizar viejas y conocidas artimañas para lograr su cometido.
Quiero ser claro y manifestar que no culpo de la salida del presidente a la llamada oposición pues el solo y sin ayuda cavo su tumba; pero tampoco vamos a negar que personas de dudosa reputación y que viven de las apariencias gracias a lo ingenuos que somos los peruanos al votar fueron quienes aceleraron su caida. Lo más lamentable es que estos personajes no son mejores que nuestro saliente presidente, son personas que viven del odio, la traicion, la venganza.
Estoy seguro que muy pocos se pusieron a pensar en qué pasaría si se logra la salida del Presidente, que casi nadie medito acerca de nuestra escasez de líderes políticos. Estoy convencido que los aspirantes a la banda presidencial no son mejores que PPK; su único mérito fue aprovechar la tendencia natural del peruano al odio.
Ya salieron a emitir su juicio de valor todos los carroñeros políticos, pretendiendo ser los paladines de la justicia, presumiendo de buscar la reconstrucción nacional; y toda una colección de patrañas, mentiras y falacias. Nos toca a nosotros, el pueblo peruano, decirles que estamos hartos de tanta falsedad, que no caeremos de nuevo en sus trampas, que no compraremos nunca más sus cuentos.
Hoy el Perú necesita estar unido, necesita desterrar aquella cultura de odio y necesita pensar en lo mejor para el futuro de todos y cada uno de los peruanos. Necesitamos más que nunca estar bien informados, requerimos de la más completa documentación, nos urge conocer los perfiles reales de aquellos personajes que buscarán llegar a lo más alto de la cadena de poder en el Perú; pensemos en lo mejor para el desarrollo de nuestros pueblos, no nos dejemos manipular por él populismo barato, ni hipnotizar por una cara bonita o conocida.
Lo dicho anteriormente aplica además para las elecciones municipales que se nos avecinan, ocasión dorada para demostrar que estamos cambiando, que ahora somos mejores queantes, que estamos mejor preparados y que no entregaremos nuestro voto sin antes estar bien informados. Caso contrario seguiremos siendo víctimas de nuestra propio odio, que no es más que nuestra propia ignorancia; cumpliéndose así aquello que nos dijo hace muchos años uno de nuestros grandes libertadores -quién, por cierto, es venezolano, pueblo que últimamente es blanco de nuestras más ácidas críticas- Don Simon Bolivar y terminaremos siendo artífices de nuestro propio fracaso como nación. ¡A demostrar que el Perú es grande por su gente! ¡Que viva el Perú!
Quiero ser claro y manifestar que no culpo de la salida del presidente a la llamada oposición pues el solo y sin ayuda cavo su tumba; pero tampoco vamos a negar que personas de dudosa reputación y que viven de las apariencias gracias a lo ingenuos que somos los peruanos al votar fueron quienes aceleraron su caida. Lo más lamentable es que estos personajes no son mejores que nuestro saliente presidente, son personas que viven del odio, la traicion, la venganza.
Estoy seguro que muy pocos se pusieron a pensar en qué pasaría si se logra la salida del Presidente, que casi nadie medito acerca de nuestra escasez de líderes políticos. Estoy convencido que los aspirantes a la banda presidencial no son mejores que PPK; su único mérito fue aprovechar la tendencia natural del peruano al odio.
Ya salieron a emitir su juicio de valor todos los carroñeros políticos, pretendiendo ser los paladines de la justicia, presumiendo de buscar la reconstrucción nacional; y toda una colección de patrañas, mentiras y falacias. Nos toca a nosotros, el pueblo peruano, decirles que estamos hartos de tanta falsedad, que no caeremos de nuevo en sus trampas, que no compraremos nunca más sus cuentos.
Hoy el Perú necesita estar unido, necesita desterrar aquella cultura de odio y necesita pensar en lo mejor para el futuro de todos y cada uno de los peruanos. Necesitamos más que nunca estar bien informados, requerimos de la más completa documentación, nos urge conocer los perfiles reales de aquellos personajes que buscarán llegar a lo más alto de la cadena de poder en el Perú; pensemos en lo mejor para el desarrollo de nuestros pueblos, no nos dejemos manipular por él populismo barato, ni hipnotizar por una cara bonita o conocida.
Lo dicho anteriormente aplica además para las elecciones municipales que se nos avecinan, ocasión dorada para demostrar que estamos cambiando, que ahora somos mejores queantes, que estamos mejor preparados y que no entregaremos nuestro voto sin antes estar bien informados. Caso contrario seguiremos siendo víctimas de nuestra propio odio, que no es más que nuestra propia ignorancia; cumpliéndose así aquello que nos dijo hace muchos años uno de nuestros grandes libertadores -quién, por cierto, es venezolano, pueblo que últimamente es blanco de nuestras más ácidas críticas- Don Simon Bolivar y terminaremos siendo artífices de nuestro propio fracaso como nación. ¡A demostrar que el Perú es grande por su gente! ¡Que viva el Perú!
Matemática para la Vida
Como docente del área de matemática en secundaria, una de las cosas que siempre me llama la atención es la gran cantidad de adolescentes y jóvenes que llegan a este nivel odiando el curso, sintiendo que son unos negados para el asunto o que lo suyo es ir a vacacional de por vida. En respuesta a ello, algunos padres toman la nada sabia decisión de llevarlos a "colegios pre" -¿acaso esto existe en realidad?- y someterlos a intensas jornadas de inducción al pensamiento matemático con situaciones creadas especialmente para ello, situación que no es otra cosa que pretender convertirlos en calculadoras humanas.
Cada vez que me cruzo con un niño, adolescente o jovencito confundido e invadido por un mar de dudas acerca del complejo mundo de las matemáticas; lejos de llenarlos de teoremas y postulados, empiezo por explicarles que no existe ese mundo y que el único mundo que existe es este en el que vivimos, mismo que desde tiempos inmemoriales hemos tratado de comprender, explicar y manipular mediante el uso de modelos matemáticos. Es por ello que la matemática esta presente en todas las ramas del desarrollo humano y es como la vida misma: real, cruda e imperfecta.
Desde muy pequeños debemos dejar que sean los propios niños quienes manipulen el entorno que los rodea, buscando modelos reales que -poco a poco- les lleven a entender que la matemática está ahí siempre. También es vital dejar que desarrollen su creatividad e ingenio, no parametrarlos en situaciones ideales que difícilmente se cumplirán en el mundo real. Finalmente, debemos inculcarles el amor por la lectura, una lectura comprensiva y reflexiva que les lleve a poder plantear y desarrollar todo tipo de situaciones problemáticas en el futuro.
Una vez que hemos cumplido con todo lo mencionado previamente, nos daremos cuenta que la matemática dejará de ser un monstruo verde para nuestros hijos, y se convertirá en una materia amigable -que es diferente de decir fácil- y que constituirá un reto diario de desarrollo personal. La matemática es importante para la vida, para el avance y crecimiento personal y social; es hora de darle el lugar de importancia que se merece, no le demos la espalda ni busquemos falsas soluciones.
Enseñar a valorar y a usar la matemática como una herramienta para la vida es un reto que tomo de manera personal y lo dejo ahí solo para los valientes. En el otro lado quedarán mis colegas que se la quieren llevar fácil y los padres confundidos, insistiendo con la ¿enseñanza? pre y sus “problemas tipo”.
Cada vez que me cruzo con un niño, adolescente o jovencito confundido e invadido por un mar de dudas acerca del complejo mundo de las matemáticas; lejos de llenarlos de teoremas y postulados, empiezo por explicarles que no existe ese mundo y que el único mundo que existe es este en el que vivimos, mismo que desde tiempos inmemoriales hemos tratado de comprender, explicar y manipular mediante el uso de modelos matemáticos. Es por ello que la matemática esta presente en todas las ramas del desarrollo humano y es como la vida misma: real, cruda e imperfecta.
Desde muy pequeños debemos dejar que sean los propios niños quienes manipulen el entorno que los rodea, buscando modelos reales que -poco a poco- les lleven a entender que la matemática está ahí siempre. También es vital dejar que desarrollen su creatividad e ingenio, no parametrarlos en situaciones ideales que difícilmente se cumplirán en el mundo real. Finalmente, debemos inculcarles el amor por la lectura, una lectura comprensiva y reflexiva que les lleve a poder plantear y desarrollar todo tipo de situaciones problemáticas en el futuro.
Una vez que hemos cumplido con todo lo mencionado previamente, nos daremos cuenta que la matemática dejará de ser un monstruo verde para nuestros hijos, y se convertirá en una materia amigable -que es diferente de decir fácil- y que constituirá un reto diario de desarrollo personal. La matemática es importante para la vida, para el avance y crecimiento personal y social; es hora de darle el lugar de importancia que se merece, no le demos la espalda ni busquemos falsas soluciones.
Enseñar a valorar y a usar la matemática como una herramienta para la vida es un reto que tomo de manera personal y lo dejo ahí solo para los valientes. En el otro lado quedarán mis colegas que se la quieren llevar fácil y los padres confundidos, insistiendo con la ¿enseñanza? pre y sus “problemas tipo”.
viernes, 9 de febrero de 2018
Ciudadanos con C de Corrupción
Vivimos pensando que el término corrupción es de aplicación exclusiva a autoridades y políticos; lamentó informarles que es de uso común y general y aplica para todos aquellos casos en los cuales se incumplen los principios legales, éticos y morales dentro de una sociedad.
Basta -y sobra- con darnos un pequeño paseo por nuestras ciudades para ver los altísimos niveles de corrupción que hemos alcanzado. Basura en las calles a cualquier hora, asesinos al volante con y sin brevete, peatones que cruzan por cualquier lugar, autoridades que no ponen orden, personas irrespetuosas y ofensivas, “fumones” que nos contaminan sin asco, matonezcos personajes con complejo de superioridad, marchas y contramarchas sin un sentido real, locales con irregularidades que funcionan gracias a una acción de amparo, delincuentes y asesinos a sueldo, xenofobia institucionalizada en cada rincón del país, entre muchos otros males serán percibidos por nuestros sentidos en nuestro breve paseo.
Actualmente en las redes sociales se ha desatado un enfrentamiento peruano-venezolano por la forma cómo se comportan los fiscalizadores con los ambulantes de uno y otro país. ¿Victimizar al vendedor informal peruano es correcto? Ninguno tributa al estado, ambos perjudican a los trabajadores formales, ninguno cuenta con permiso municipal, ambos se benefician irregularmente; por lo tanto a ambos debería caerles todo el rigor de la ley. Estamos creyéndonos el cuento de que al peruano deberían darle beneficios para seguir con su comercio informal -tal como, aparentemente, tienen los venezolanos- cuando en realidad deberíamos exigir que a ambos “bandos” se les invite a formalizar y en caso no cumplan pues que se les apliquen las ordenanzas y reglamentos respectivos.
Es costumbre nacional que por hacernos los “buenitos” normalicemos conductas y acciones incorrectas: comercio informal, paraderos “a domicilio”, sobornar a la autoridad, y un largo etcétera. Al hacerlo somos ciudadanos corruptos; ciudadanos que no velamos por el cumplimiento de la ley y, por tanto, somos susceptibles a quebrantarla en cualquier momento.
Para lograr un cambio, debemos empezar por cambiar nosotros mismos: guardar la basura en el bolsillo hasta llegar a un tacho, recoger las excretas de nuestras mascotas cuando las llevemos a pasear, cruzar por las esquinas o cruceros peatonales, respetar al peatón y darle la preferencia cuando corresponda, abordar y bajar de nuestra combi o micro en el paradero, no parar los taxis a mitad de cuadra, no estacionar en los lugares reservados para minusválidos, tolerar y cuidar a los niños, respetar a las mujeres, tener consideración para con los ancianos, valorar nuestras diferencias culturales y religiosas, no discriminar. En resumen, respetando los derechos de los demás; el gran cambio está en nosotros mismos, ¿cambiamos juntos esta sociedad o continuamos siendo ciudadanos con c de corrupción?
Basta -y sobra- con darnos un pequeño paseo por nuestras ciudades para ver los altísimos niveles de corrupción que hemos alcanzado. Basura en las calles a cualquier hora, asesinos al volante con y sin brevete, peatones que cruzan por cualquier lugar, autoridades que no ponen orden, personas irrespetuosas y ofensivas, “fumones” que nos contaminan sin asco, matonezcos personajes con complejo de superioridad, marchas y contramarchas sin un sentido real, locales con irregularidades que funcionan gracias a una acción de amparo, delincuentes y asesinos a sueldo, xenofobia institucionalizada en cada rincón del país, entre muchos otros males serán percibidos por nuestros sentidos en nuestro breve paseo.
Actualmente en las redes sociales se ha desatado un enfrentamiento peruano-venezolano por la forma cómo se comportan los fiscalizadores con los ambulantes de uno y otro país. ¿Victimizar al vendedor informal peruano es correcto? Ninguno tributa al estado, ambos perjudican a los trabajadores formales, ninguno cuenta con permiso municipal, ambos se benefician irregularmente; por lo tanto a ambos debería caerles todo el rigor de la ley. Estamos creyéndonos el cuento de que al peruano deberían darle beneficios para seguir con su comercio informal -tal como, aparentemente, tienen los venezolanos- cuando en realidad deberíamos exigir que a ambos “bandos” se les invite a formalizar y en caso no cumplan pues que se les apliquen las ordenanzas y reglamentos respectivos.
Es costumbre nacional que por hacernos los “buenitos” normalicemos conductas y acciones incorrectas: comercio informal, paraderos “a domicilio”, sobornar a la autoridad, y un largo etcétera. Al hacerlo somos ciudadanos corruptos; ciudadanos que no velamos por el cumplimiento de la ley y, por tanto, somos susceptibles a quebrantarla en cualquier momento.
Para lograr un cambio, debemos empezar por cambiar nosotros mismos: guardar la basura en el bolsillo hasta llegar a un tacho, recoger las excretas de nuestras mascotas cuando las llevemos a pasear, cruzar por las esquinas o cruceros peatonales, respetar al peatón y darle la preferencia cuando corresponda, abordar y bajar de nuestra combi o micro en el paradero, no parar los taxis a mitad de cuadra, no estacionar en los lugares reservados para minusválidos, tolerar y cuidar a los niños, respetar a las mujeres, tener consideración para con los ancianos, valorar nuestras diferencias culturales y religiosas, no discriminar. En resumen, respetando los derechos de los demás; el gran cambio está en nosotros mismos, ¿cambiamos juntos esta sociedad o continuamos siendo ciudadanos con c de corrupción?
miércoles, 10 de enero de 2018
Crónica de un Presidente sin pantalones
Recuerdo que en plena campaña electoral una avezada dama bajo los pantalones al entonces candidato Pedro Pablo Kuczynski, quizá anunciándonos en forma premonitoria que se trataría de un Presidente “sin pantalones”. Y así lo ha demostrado a lo largo de su gobierno, un mandatario sin don de mando, un líder sin liderazgo, un jerarca sin jerarquía, un presidente sin poder.
Imagino que nuestro popular PPK, más conocido como “Presidente de lujo” pensó que dirigir los designios de un país era tarea fácil, que sería como presidir el directorio de una gran empresa; craso error de su parte pues no consideró la disfuncional idiosincracia del peruano: un ser que vive de odios y envidias, un individuo sin cultura de trabajo, un sujeto que no cuida ni protege su patrimonio y legado, podríamos mencionar otras “perlas” pero lo resumiremos diciendo que se trata de un ciudadano que no entiende el sentido de esa “mágica” palabra.
Mucha gente piensa que el mayor logro de nuestro actual mandatario es haber logrado dividir al Perú en tiempo récord, pero no nos engañemos, el no ha dividido al Perú, esa tarea ya la habíamos hecho los peruanos desde tiempos inmemoriales. La historia del Perú está llena de episodios y hasta leyendas oscuras de colosales traiciones.
Regresando al tema central, su mandato no había empezado y ya teníamos una gran resistencia de parte de la oposición para aceptar la victoria electoral de PPK. El presidente electo, se mostró ajeno a sostener la bandera de victoria, no lucia ganador; en vez de esto, buscó que su victoria sea validada por la oposición ¿Acaso era necesaria intermediación para que un partido político acepte que PPK ganó las elecciones? ¿Acaso no ganó las elecciones por obtener la mayoría de votos válidos que le conferimos los peruanos?
Con la venia de sus opositores escolares PPK recién se sintió ganador, pensó que lo habían aceptado finalmente y que podría empezar su mandato con pie derecho. Pero esto no fue más que un espejismo, rápidamente vino la arremetida contra su entonces ministro de educación Jaime Saavedra. Fue muy triste ver cómo el Presidente de la República no era capaz de blindar a una persona que gozaba de su confianza absoluta. El Congreso -o mejor dicho, la mayoría congresal- había asestado un duro golpe y dejado un mensaje claro “acá mandamos nosotros”.
Una sucesión de errores y una total falta de visión de la realidad peruana provocaron que población se vaya dando cuenta de la debilidad de carácter del presidente y de su inacción frente a los problemas que afrontaba y afronta el Perú. Mientras la ayuda a los damnificados por los desastres naturales tardaba excesivamente y la delincuencia avanzaba a pasos agigantados, nuestro mandatario trataba de poner paños fríos -con bailecito incluido- en vez de tomar medidas.
No tardaron en aparecer las huelgas de trabajadores estatales, quizá la más emblemática fue la que protagonizaron mis colegas del magisterio. La ineptitud de la ministra y de las autoridades educativas, sumado al nulo aporte del gobierno para solucionar los diversos problemas que arrastra nuestro país en educación hicieron que la huelga se vuelva masiva y eterna. Recuerdo con mucha tristeza los enfrentamientos entre maestros y policías, además del hecho que tildaron a todos los maestros de terroristas. Nuestra primera autoridad nacional necesita con carácter de urgencia una clase magistral donde le enseñen que terroristas son aquellos que destruyeron el Perú a sangre y fuego y que el día de hoy vienen siendo liberados gracias a benévolas penas que el nunca revisó. Finalmente la huelga terminó, pero no por una gestión exitosa del gobierno; la huelga terminó por el compromiso de los maestros con la educación, la huelga terminó porque los padres de familia pedían que sus hijos vuelvan a las aulas, la huelga terminó porque los maestros se cansaron.
En medio del mega escándalo de Odebrecht, toda esta timidez y “falta de muñeca” parecían ocultos, pero pronto llegaría la revelación de que el propio presidente había sido participe de aquella nefasta red de corrupción. PPK sabia que había asesorado a empresas de esta corruptela, pero prefirió negarlo; pensó que nunca el pueblo se enteraría, pero el escándalo le estalló en la cara. Los políticos -muchos de ellos más corruptos que el- clamaron por la vacancia presidencial. La imagen desgastada de PPK, sin recursos y rogando por el perdón de los congresistas y del pueblo no merece más comentarios de nuestra parte.
Cuando pensábamos que ya lo habíamos visto todo y que no nos quedaba más remedio -para preservar la democracia- que aguantar los años que le quedaban de “mandato”, PPK nos sorprendió con un regalito de nochebuena: la liberación de Alberto Fujimori. Independientemente de pareceres personales, el momento y la coyuntura en la cual se dio el indulto presidencial dio la imagen de que el presidente de la República del Perú estaba pagando favores. Y para colmo de males, en cuanto aparecieron las primeras dudas acerca de los montos que el señor Fujimori adeuda por por concepto de reparación civil, las autoridades gubernamentales dijeron que serían ellos quienes “abrirían la billetera” -obviamente con los aportes de todos los peruanos- firmando un misterioso decreto para reparación a las víctimas por terrorismo, ¡de 33 millones de soles!
A nuestro modesto parecer, al señor Pedro Pablo Kuczynski le falta capacidad y calidad para hacer frente al difícil reto de ser presidente del Peru; le faltó ponerse los pantalones y se convirtió en un indigno dignatario al cual ni su "Parlamento de Reconciliación" puede salvar. ¿Saben lo peor? Esta historia continuará...
Imagino que nuestro popular PPK, más conocido como “Presidente de lujo” pensó que dirigir los designios de un país era tarea fácil, que sería como presidir el directorio de una gran empresa; craso error de su parte pues no consideró la disfuncional idiosincracia del peruano: un ser que vive de odios y envidias, un individuo sin cultura de trabajo, un sujeto que no cuida ni protege su patrimonio y legado, podríamos mencionar otras “perlas” pero lo resumiremos diciendo que se trata de un ciudadano que no entiende el sentido de esa “mágica” palabra.
Mucha gente piensa que el mayor logro de nuestro actual mandatario es haber logrado dividir al Perú en tiempo récord, pero no nos engañemos, el no ha dividido al Perú, esa tarea ya la habíamos hecho los peruanos desde tiempos inmemoriales. La historia del Perú está llena de episodios y hasta leyendas oscuras de colosales traiciones.
Regresando al tema central, su mandato no había empezado y ya teníamos una gran resistencia de parte de la oposición para aceptar la victoria electoral de PPK. El presidente electo, se mostró ajeno a sostener la bandera de victoria, no lucia ganador; en vez de esto, buscó que su victoria sea validada por la oposición ¿Acaso era necesaria intermediación para que un partido político acepte que PPK ganó las elecciones? ¿Acaso no ganó las elecciones por obtener la mayoría de votos válidos que le conferimos los peruanos?
Con la venia de sus opositores escolares PPK recién se sintió ganador, pensó que lo habían aceptado finalmente y que podría empezar su mandato con pie derecho. Pero esto no fue más que un espejismo, rápidamente vino la arremetida contra su entonces ministro de educación Jaime Saavedra. Fue muy triste ver cómo el Presidente de la República no era capaz de blindar a una persona que gozaba de su confianza absoluta. El Congreso -o mejor dicho, la mayoría congresal- había asestado un duro golpe y dejado un mensaje claro “acá mandamos nosotros”.
Una sucesión de errores y una total falta de visión de la realidad peruana provocaron que población se vaya dando cuenta de la debilidad de carácter del presidente y de su inacción frente a los problemas que afrontaba y afronta el Perú. Mientras la ayuda a los damnificados por los desastres naturales tardaba excesivamente y la delincuencia avanzaba a pasos agigantados, nuestro mandatario trataba de poner paños fríos -con bailecito incluido- en vez de tomar medidas.
No tardaron en aparecer las huelgas de trabajadores estatales, quizá la más emblemática fue la que protagonizaron mis colegas del magisterio. La ineptitud de la ministra y de las autoridades educativas, sumado al nulo aporte del gobierno para solucionar los diversos problemas que arrastra nuestro país en educación hicieron que la huelga se vuelva masiva y eterna. Recuerdo con mucha tristeza los enfrentamientos entre maestros y policías, además del hecho que tildaron a todos los maestros de terroristas. Nuestra primera autoridad nacional necesita con carácter de urgencia una clase magistral donde le enseñen que terroristas son aquellos que destruyeron el Perú a sangre y fuego y que el día de hoy vienen siendo liberados gracias a benévolas penas que el nunca revisó. Finalmente la huelga terminó, pero no por una gestión exitosa del gobierno; la huelga terminó por el compromiso de los maestros con la educación, la huelga terminó porque los padres de familia pedían que sus hijos vuelvan a las aulas, la huelga terminó porque los maestros se cansaron.
En medio del mega escándalo de Odebrecht, toda esta timidez y “falta de muñeca” parecían ocultos, pero pronto llegaría la revelación de que el propio presidente había sido participe de aquella nefasta red de corrupción. PPK sabia que había asesorado a empresas de esta corruptela, pero prefirió negarlo; pensó que nunca el pueblo se enteraría, pero el escándalo le estalló en la cara. Los políticos -muchos de ellos más corruptos que el- clamaron por la vacancia presidencial. La imagen desgastada de PPK, sin recursos y rogando por el perdón de los congresistas y del pueblo no merece más comentarios de nuestra parte.
Cuando pensábamos que ya lo habíamos visto todo y que no nos quedaba más remedio -para preservar la democracia- que aguantar los años que le quedaban de “mandato”, PPK nos sorprendió con un regalito de nochebuena: la liberación de Alberto Fujimori. Independientemente de pareceres personales, el momento y la coyuntura en la cual se dio el indulto presidencial dio la imagen de que el presidente de la República del Perú estaba pagando favores. Y para colmo de males, en cuanto aparecieron las primeras dudas acerca de los montos que el señor Fujimori adeuda por por concepto de reparación civil, las autoridades gubernamentales dijeron que serían ellos quienes “abrirían la billetera” -obviamente con los aportes de todos los peruanos- firmando un misterioso decreto para reparación a las víctimas por terrorismo, ¡de 33 millones de soles!
A nuestro modesto parecer, al señor Pedro Pablo Kuczynski le falta capacidad y calidad para hacer frente al difícil reto de ser presidente del Peru; le faltó ponerse los pantalones y se convirtió en un indigno dignatario al cual ni su "Parlamento de Reconciliación" puede salvar. ¿Saben lo peor? Esta historia continuará...
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