Vivimos pensando que el término corrupción es de aplicación exclusiva a autoridades y políticos; lamentó informarles que es de uso común y general y aplica para todos aquellos casos en los cuales se incumplen los principios legales, éticos y morales dentro de una sociedad.
Basta -y sobra- con darnos un pequeño paseo por nuestras ciudades para ver los altísimos niveles de corrupción que hemos alcanzado. Basura en las calles a cualquier hora, asesinos al volante con y sin brevete, peatones que cruzan por cualquier lugar, autoridades que no ponen orden, personas irrespetuosas y ofensivas, “fumones” que nos contaminan sin asco, matonezcos personajes con complejo de superioridad, marchas y contramarchas sin un sentido real, locales con irregularidades que funcionan gracias a una acción de amparo, delincuentes y asesinos a sueldo, xenofobia institucionalizada en cada rincón del país, entre muchos otros males serán percibidos por nuestros sentidos en nuestro breve paseo.
Actualmente en las redes sociales se ha desatado un enfrentamiento peruano-venezolano por la forma cómo se comportan los fiscalizadores con los ambulantes de uno y otro país. ¿Victimizar al vendedor informal peruano es correcto? Ninguno tributa al estado, ambos perjudican a los trabajadores formales, ninguno cuenta con permiso municipal, ambos se benefician irregularmente; por lo tanto a ambos debería caerles todo el rigor de la ley. Estamos creyéndonos el cuento de que al peruano deberían darle beneficios para seguir con su comercio informal -tal como, aparentemente, tienen los venezolanos- cuando en realidad deberíamos exigir que a ambos “bandos” se les invite a formalizar y en caso no cumplan pues que se les apliquen las ordenanzas y reglamentos respectivos.
Es costumbre nacional que por hacernos los “buenitos” normalicemos conductas y acciones incorrectas: comercio informal, paraderos “a domicilio”, sobornar a la autoridad, y un largo etcétera. Al hacerlo somos ciudadanos corruptos; ciudadanos que no velamos por el cumplimiento de la ley y, por tanto, somos susceptibles a quebrantarla en cualquier momento.
Para lograr un cambio, debemos empezar por cambiar nosotros mismos: guardar la basura en el bolsillo hasta llegar a un tacho, recoger las excretas de nuestras mascotas cuando las llevemos a pasear, cruzar por las esquinas o cruceros peatonales, respetar al peatón y darle la preferencia cuando corresponda, abordar y bajar de nuestra combi o micro en el paradero, no parar los taxis a mitad de cuadra, no estacionar en los lugares reservados para minusválidos, tolerar y cuidar a los niños, respetar a las mujeres, tener consideración para con los ancianos, valorar nuestras diferencias culturales y religiosas, no discriminar. En resumen, respetando los derechos de los demás; el gran cambio está en nosotros mismos, ¿cambiamos juntos esta sociedad o continuamos siendo ciudadanos con c de corrupción?
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