Hace un tiempo escribía acerca de la viveza criolla, idea que pude ver comparten muchas personas, el problema son aquellas que no comparten el concepto y han hecho de las malas prácticas una insana y peligrosa costumbre. Y es que el agente de realidad para la viveza criolla, por lo menos en un país como el nuestro, es la desgracia.
Hace poco más de dos años fuimos testigos de la terrorífica muerte de unos jóvenes que trabajaban adulterando las marcas de tubos fluorescentes en condiciones muy cercanas a la esclavitud. Todo el Perú se escandalizó, pero aún hoy la informalidad, la desigualdad, la explotación y la desgracia siguen de la mano, ¡a todo nivel!
El triste final que tuvieron las vidas de dos jóvenes trabajadores de una franquicia internacional de comida rápida ha encendido los ánimos y pone nuevamente sobre el tapete las penosas condiciones en las que trabajan muchas personas en nuestro país. Pero no pequemos de ingenuos, no nos dejemos llevar por aquellas voces que pretenden culpar a las prácticas abusivas que las poderosas transnacionales instauran en nuestro país; la culpa real es de la informalidad, corrupción e impunidad que se conjugan en un sistema laboral nefasto.
Comparto plenamente el concepto de que Arcos Dorados es responsable, pero ¿acaso es el único? Queridos lectores, no se engañen pues el ministerio del trabajo, la sunafil, la sunat, las autoridades municipales, el indeci y todos aquellos organismos que deberían velar porque las condiciones mínimas de seguridad y salud se den, son tan culpables como la empresa donde se presentó el fatal accidente.
Pero no solamente estos organismos tienen culpa, la culpa la compartimos todos nosotros, testigos ciegos de un país en el cual el subempleo y la informalidad campean; cómplices de un sistema laboral corrupto y herido que terminamos por aceptar condiciones inaceptables por un sueldo de miseria.
¿Acaso la multa por infracción laboral nos devolverá a estos jóvenes? ¿Será que las inspecciones que realizan por estos días las municipalidades lograrán volver el tiempo atrás? ¿Algún día la sunat medirá a todas las empresas con la misma vara? ¿Servirán los comentarios en redes acerca de la explotación laboral en el pasado para limpiar las conciencias? ¿Seremos capaces de valorar nuestro trabajo y hacer respetar nuestros derechos en un futuro cercano?
La respuesta a todas estas preguntas es un rotundo no; y nada de esto cambiará hasta que abandonemos la subcultura en la cual vivimos, aquello que algunos han llamado cultura chicha.
martes, 24 de diciembre de 2019
sábado, 2 de noviembre de 2019
Nos seguimos creyendo "vivos"
El nuestro es un país muy curioso, un estado en el cual vivimos pensando en “sacarle la vuelta” a la ley, una nación en la cual cualquier motivo es válido para “hacer nuestro agosto”, somos un pueblo que se siente orgulloso de su “viveza criolla”.
Grandes tragedias se han dado -y se siguen dando- en nuestro querido Perú, mostramos una marcada incapacidad de salir del subdesarrollo y somos -una y otra vez- victimas del populismo y falsas promesas de los políticos y grupos de poder; todo esto a causa de “hacernos los vivos”, por no respetar ni hacer respetar las reglas que nos podrían llevar a tener un futuro promisorio.
Se dice que el peruano es “vivo” cuando toma una filosofía de vida que le lleva a obtener una ventaja, a realizar el mínimo esfuerzo y a obtener el máximo beneficio; todo esto sin tomar en cuenta el bien común ni los derechos del prójimo.
Resulta muy triste ver que en el Perú son muchos los que piensan y actúan bajo este estilo de vida, como mecanismo para obtener “mejores” resultados, y los resultados los sufrimos todos. Un dato importante es que en los países que se emplea la “viveza criolla” como escuela popular de vida, viven en medio de la crisis política, social y económica; razón más que suficiente para cambiar, pero...
Ser “vivos” nos lleva a actuar carentes de ética, valores ni principios; a faltar el respeto a los demás y a las leyes; a vivir en medio de la corrupción administrativa y política; a solucionar los problemas con sobornos o favores ilícitos; a no cumplir con la palabra ni las obligaciones contraídas; a ignorar, minimizar y hasta burlarse de la desgracia ajena; a vivir en medio de anomalías y desviaciones sociales, culpando siempre a otros de nuestras faltas; a pasar por alto la importancia de la educación y cultura; entre otras.
Por suerte el ser “vivos” es una actitud, misma que podemos ir descartando de nuestras vidas; y lo haremos priorizando el uso de nuestro intelecto y nuestras habilidades sociales para aprender, entender, razonar, tomar decisiones correctas y vivir en armonía con la sociedad y el entorno. Solo así, emprenderemos el viaje al desarrollo y la prosperidad.
Grandes tragedias se han dado -y se siguen dando- en nuestro querido Perú, mostramos una marcada incapacidad de salir del subdesarrollo y somos -una y otra vez- victimas del populismo y falsas promesas de los políticos y grupos de poder; todo esto a causa de “hacernos los vivos”, por no respetar ni hacer respetar las reglas que nos podrían llevar a tener un futuro promisorio.
Se dice que el peruano es “vivo” cuando toma una filosofía de vida que le lleva a obtener una ventaja, a realizar el mínimo esfuerzo y a obtener el máximo beneficio; todo esto sin tomar en cuenta el bien común ni los derechos del prójimo.
Resulta muy triste ver que en el Perú son muchos los que piensan y actúan bajo este estilo de vida, como mecanismo para obtener “mejores” resultados, y los resultados los sufrimos todos. Un dato importante es que en los países que se emplea la “viveza criolla” como escuela popular de vida, viven en medio de la crisis política, social y económica; razón más que suficiente para cambiar, pero...
Ser “vivos” nos lleva a actuar carentes de ética, valores ni principios; a faltar el respeto a los demás y a las leyes; a vivir en medio de la corrupción administrativa y política; a solucionar los problemas con sobornos o favores ilícitos; a no cumplir con la palabra ni las obligaciones contraídas; a ignorar, minimizar y hasta burlarse de la desgracia ajena; a vivir en medio de anomalías y desviaciones sociales, culpando siempre a otros de nuestras faltas; a pasar por alto la importancia de la educación y cultura; entre otras.
Por suerte el ser “vivos” es una actitud, misma que podemos ir descartando de nuestras vidas; y lo haremos priorizando el uso de nuestro intelecto y nuestras habilidades sociales para aprender, entender, razonar, tomar decisiones correctas y vivir en armonía con la sociedad y el entorno. Solo así, emprenderemos el viaje al desarrollo y la prosperidad.
jueves, 10 de octubre de 2019
Poniendole precio de un sol a tu vida
Lo increible de esta historia es que del mismo lugar parte movilidad formal y gratuita proporcionada por la municipalidad distrital, y que se encuentra solamente a cinco cuadras de la estación de la linea del metro
6.00pm en el distrito de San Borja en Lima, para ser más precisos en la esquina de la avenida del Parque Sur y el Jirón Remington, mi agudeza visual me indica que pronto se liberará un espacio para poder parquear un automóvil, pero de pronto, un tipejo de dudosa reputación se planta frente al estacionamiento y con palabras altisonantes ahuyenta a quien ose tratar de dejar su vehículo ahí; muy cerca por la calle Pietro Torrigiano se escucha el “ronronear” de un motor, y pronto aparece un automóvil y se aparca en el sitio que resguardaba la fiera antes mencionada. Cual gacelas, seis personajes corren hacia el vehículo particular estacionado, abordan atropellándose el uno al otro, y el piloto -enfundado con un fotocheck- parte como si fuera piloto de fórmula 1 hacia la estación San Borja Sur. Son siete cuadras que reportarán un ingreso de seis soles al colectivero, ¡negocio redondo! pero, la seguridad de las personas, ¿dónde queda?En Lima se estima que operan más de treinta mil colectivos informales (fuente, El Comercio, 13 de Junio de 2019); es decir, ¡tenemos más de treinta mil asesinos en potencia recorriendo nuestras calles! Lo peor de todo es que somos nosotros mismos quienes les brindamos la oportunidad de atentar contra nuestras vidas, al hacer uso de sus irregulares servicios y pagarles por ello.
Pero eso no es todo, como vecino de la zona en mención, he podido ver cómo los efectivos policiales y de la GTU se hacen de la “vista gorda” permitiendo que estos tipejos hagan su agosto. ¿La culpa es de los colectiveros solamente? Absolutamente no, la culpa es compartida con todos aquellos usuarios que le ponen un precio de un sol a sus vidas (el precio del pasaje), con los efectivos policiales que no hacen nada a pesar que saben de sobra acerca de lo que viene ocurriendo, con los “chalecos amarillos” que dicen que no pueden actuar efectivamente ante esta gente, y con los “jaladores” de estos medios de transporte clandestinos y asesinos. Dios quiera que mañana no tengamos que lamentar víctimas, pero de ser así, ojalá todos tomen su posición y asuman sus responsabilidades: las autoridades ciegas, los usuarios irresponsables y los prestadores delincuentes. Espero que todo este caos e impunidad acabe pronto, después de todo, los habitantes de la ciudad que albergó los últimos Juegos Panamericanos, ¿no pueden caminar unas cuantas cuadras?
sábado, 24 de agosto de 2019
Secuestrados por la Violencia
“Somos libres, seámoslo siempre” reza nuestro himno nacional; preciosa pieza de arte compuesta por encargo de nuestro primer libertador, don José de San Martín; porque nuestra libertad -según los textos de historia- no se término de configurar hasta qué Ramón Castilla abolió la esclavitud. Lamentablemente, hoy en día vemos que esta frase no se cumple pues vivimos inmersos en una espiral de insania que ha motivado que nos volvamos un país secuestrado por la violencia.
A diario nos enfrentamos a escenas de violencia de todo tipo -callejera, doméstica, de género, etcétera- pues se ha encontrado en la agresión una forma de validar posturas; nos confrontamos a situaciones límite donde la vida no vale más que un par de soles; nos topamos con hechos inverosímiles que ponen en tela de juicio nuestra propios valores. En resumen, moramos en un país donde la violencia es tan predominante como la humedad en Lima.
Ante esta situación, los peruanos vemos que nuestra libertad ha sido coactada o impedida, pues no podemos decidir libremente sobre qué hacer o a dónde desplazarnos; antes debemos ponernos a pensar en los peligros que nos podría traer el solo hecho de hacer aquello que queremos hacer. ¡Cuántas veces terminamos presos en nuestros propios hogares!
El descontento, malestar y temor son palpables; por ello que los pueblos no dudan en pedir que los militares salgan a las calles a imponer el orden, que las penas sean más drásticas y de aplicación real, que a los menores que delinquen se les castigue con todo el peso de la ley y se les deje de considerar simples “infractores”, que se reordene el caos vehicular y se elimine a los choferes asesinos, que se reorganice, profesionalice y humanice al poder judicial y a las fuerzas del orden, que se reformule y reestructure el modelo educativo para hacerlo más competitivo, y que se destierren en forma definitiva todas las formas de corrupción.
A nuestras autoridades parece no importarles -¿o será que no se dan cuenta?- del gravísimo problema social que se está configurando. Esperamos que cuando pretendan tomar alguna acción real no sea demasiado tarde; porque si las cosas siguen así, el descontento podría acarrear diferentes formas de reacción por parte de los pueblos.
Mientras tanto invito al presidente Vizcarra a dar un paseo dominguero por las calles de Lima sin su seguridad personal, al premier Del Solar a dejar su vehículo estacionado en la vía pública y a su equipo de ministros a pasear por los puentes peatonales de Lima hablando por sus modernos celulares; quizá así se den cuenta de lo que hablamos.
A diario nos enfrentamos a escenas de violencia de todo tipo -callejera, doméstica, de género, etcétera- pues se ha encontrado en la agresión una forma de validar posturas; nos confrontamos a situaciones límite donde la vida no vale más que un par de soles; nos topamos con hechos inverosímiles que ponen en tela de juicio nuestra propios valores. En resumen, moramos en un país donde la violencia es tan predominante como la humedad en Lima.
Ante esta situación, los peruanos vemos que nuestra libertad ha sido coactada o impedida, pues no podemos decidir libremente sobre qué hacer o a dónde desplazarnos; antes debemos ponernos a pensar en los peligros que nos podría traer el solo hecho de hacer aquello que queremos hacer. ¡Cuántas veces terminamos presos en nuestros propios hogares!
El descontento, malestar y temor son palpables; por ello que los pueblos no dudan en pedir que los militares salgan a las calles a imponer el orden, que las penas sean más drásticas y de aplicación real, que a los menores que delinquen se les castigue con todo el peso de la ley y se les deje de considerar simples “infractores”, que se reordene el caos vehicular y se elimine a los choferes asesinos, que se reorganice, profesionalice y humanice al poder judicial y a las fuerzas del orden, que se reformule y reestructure el modelo educativo para hacerlo más competitivo, y que se destierren en forma definitiva todas las formas de corrupción.
A nuestras autoridades parece no importarles -¿o será que no se dan cuenta?- del gravísimo problema social que se está configurando. Esperamos que cuando pretendan tomar alguna acción real no sea demasiado tarde; porque si las cosas siguen así, el descontento podría acarrear diferentes formas de reacción por parte de los pueblos.
Mientras tanto invito al presidente Vizcarra a dar un paseo dominguero por las calles de Lima sin su seguridad personal, al premier Del Solar a dejar su vehículo estacionado en la vía pública y a su equipo de ministros a pasear por los puentes peatonales de Lima hablando por sus modernos celulares; quizá así se den cuenta de lo que hablamos.
domingo, 7 de julio de 2019
Y ahora, ¿quién podrá defendernos?
La sonrisa de la señorita del counter de Peruvian Airlines era típica de un comercial de crema dental, por esta razón ya esperaba lo peor; sin embargo, me indicó que en esta ocasión sería solo una postergación de casi cuatro horas y con “sanguchitos” como compensación. En realidad no sabia si reírme o llorar frente a esta situación, cuando de pronto recordé que tenía pendiente mi artículo para nuestra revista.
Aunque estaba tentado a escribir acerca del pésimo servicio que prestan ciertas aerolíneas, hay situaciones que indignan más que ello; situaciones como el encarcelamiento que vienen sufriendo los policías y civiles que se vieron en la obligación de enfrentarse a la delincuencia y como resultado abatieron a algún hampón.
Si hace años venimos viendo con estupor cómo muchos civiles que hicieron uso de su armamento legal para ejercer su legítimo derecho de defensa, terminaron tras las rejas; ahora la situación se agrava pues somos testigos de la forma como las fuerzas del orden también terminan prisioneros por haber tenido que emplear sus armas de reglamento en cumplimiento de sus funciones.
Por estos días la indignación del pueblo ha ido creciendo al ver cómo los policías que combatieron con valentía y heroísmo a las hordas del terror e insania delincuencial terminan siendo investigados y privados de su libertad. El caso más sonado -pero no el único- es el del joven y valeroso suboficial Elvis Miranda, quien en medio de un enfrentamiento con una banda delincuencial, abatió a uno de ellos.
Seamos honestos, en nuestro país la Policía Nacional no goza de muy buena reputación a causa de algunos malos elementos; pero cuando encontramos a un agente resuelto a cumplir con su labor poniendo en riesgo su propia vida, la justicia lo castiga encarcelándolo, enviándolo a convivir con aquellos elementos que combate en su día a día, mandándolo a un ambiente hostil y adverso en el cual seguramente tendrá que pasar mil y un penurias.
Casos similares al del suboficial Elvis Miranda le vienen ocurriendo también a otros 93 policías que en cumplimiento de su deber abatieron o hirieron a peligrosos delincuentes y hoy -por absurdo que parezca- son procesados por el Poder Judicial.
Al igual que la mayoría de peruanos me encuentro muy indignado por esta situación, convencido de que el sistema de justicia es una calamidad, pero -sobre todo- preocupado por la actitud que podrían tomar los policías en caso de emergencia. La delincuencia ha ganado terreno en nuestro medio a pasos agigantados, si antes sentíamos preocupación por la inseguridad reinante en las calles, ahora debemos sentir pánico porque la justicia ha atado de manos a las fuerzas del orden.
A nuestras autoridades decirles que no queremos conferencias de prensa, no queremos barullo ni populismo de quinta; los peruanos queremos a nuestros defensores libres y haciendo lo que mejor saben hacer, cuidando nuestra vida aun a costa de la propia.
Aunque estaba tentado a escribir acerca del pésimo servicio que prestan ciertas aerolíneas, hay situaciones que indignan más que ello; situaciones como el encarcelamiento que vienen sufriendo los policías y civiles que se vieron en la obligación de enfrentarse a la delincuencia y como resultado abatieron a algún hampón.
Si hace años venimos viendo con estupor cómo muchos civiles que hicieron uso de su armamento legal para ejercer su legítimo derecho de defensa, terminaron tras las rejas; ahora la situación se agrava pues somos testigos de la forma como las fuerzas del orden también terminan prisioneros por haber tenido que emplear sus armas de reglamento en cumplimiento de sus funciones.
Por estos días la indignación del pueblo ha ido creciendo al ver cómo los policías que combatieron con valentía y heroísmo a las hordas del terror e insania delincuencial terminan siendo investigados y privados de su libertad. El caso más sonado -pero no el único- es el del joven y valeroso suboficial Elvis Miranda, quien en medio de un enfrentamiento con una banda delincuencial, abatió a uno de ellos.
Seamos honestos, en nuestro país la Policía Nacional no goza de muy buena reputación a causa de algunos malos elementos; pero cuando encontramos a un agente resuelto a cumplir con su labor poniendo en riesgo su propia vida, la justicia lo castiga encarcelándolo, enviándolo a convivir con aquellos elementos que combate en su día a día, mandándolo a un ambiente hostil y adverso en el cual seguramente tendrá que pasar mil y un penurias.
Casos similares al del suboficial Elvis Miranda le vienen ocurriendo también a otros 93 policías que en cumplimiento de su deber abatieron o hirieron a peligrosos delincuentes y hoy -por absurdo que parezca- son procesados por el Poder Judicial.
Al igual que la mayoría de peruanos me encuentro muy indignado por esta situación, convencido de que el sistema de justicia es una calamidad, pero -sobre todo- preocupado por la actitud que podrían tomar los policías en caso de emergencia. La delincuencia ha ganado terreno en nuestro medio a pasos agigantados, si antes sentíamos preocupación por la inseguridad reinante en las calles, ahora debemos sentir pánico porque la justicia ha atado de manos a las fuerzas del orden.
A nuestras autoridades decirles que no queremos conferencias de prensa, no queremos barullo ni populismo de quinta; los peruanos queremos a nuestros defensores libres y haciendo lo que mejor saben hacer, cuidando nuestra vida aun a costa de la propia.
domingo, 12 de mayo de 2019
La Necesidad de un Nuevo Impulso en la Educación Privada
Contrario a la creencia popular, quienes invierten y trabajan en educación están muy lejos de poder vivir en la opulencia.
En nuestro país existe la educación pública y la educación privada; es así que dentro del sistema educativo existen los colegios privados, mismos que aparecen por dos razones fundamentales: el Estado no puede satisfacer la demanda educativa del país y la deficiente calidad educativa de los colegios públicos.Sendas leyes de fomento a la inversión privada en educación dieron pie a un crecimiento acelerado -y desordenado- del sector; sin embargo, hoy en día existe un oscuro marco regulatorio que está poniendo en jaque a estas instituciones.
Y es que las autoridades nunca pusieron freno a la aparición de nuevas instituciones lo cual rápidamente saturó el mercado; esto hace muy complicado que se pueda incrementar las pensiones escolares, principal -y en muchos casos única- fuente de financiamiento de estos colegios. Pero además, hoy en día existen múltiples sobrecostos que limitan el margen de acción de los colegios.
Dentro de estos costos debemos incluir los crecientes costos regulatorios del INDECI, Municipalidades y el Ministerio de Trabajo; los nuevos costos que implica la política de protección de datos y la adopción de la facturación electrónica; pero el más importante es el sobrecosto en el cual todas las instituciones educativas privadas deben caer que es el de gestión de cobranzas.
Sucede que en nuestro país existe una ley, la Ley de Protección de la Economía Familiar, que impide a las empresas prestadoras del servicio educativo -léase colegios- el cobro de las pensiones. La legislación es tan nociva que deja completamente desprotegidos a los colegios en caso de impuntualidad o -en el peor de los casos- incumplimiento en el pago de las pensiones escolares. Ante cualquier intento de cobrar, el INDECOPI se encarga de castigar al colegio con elevadas multas aduciendo que se han utilizado formulas intimidatorias para el cobro de pensiones.
Inicialmente los colegios recurrieron a los préstamos de entidades financieras -lo cual de por sí genera un costo adicional por los intereses- y luego no quedó más alternativa que crear una división encargada de la gestión de cobranzas. Abogados, cartas notariales, uso de centrales de riesgo y judicialización de las deudas han creado un nuevo gasto en las instituciones.
Ante este sombrío panorama muchos proyectos se han postergado, la inversión en educación ha retrocedido y los sueldos se han congelado. Muy contrario a la creencia popular, quienes invierten y trabajan en educación están muy lejos de poder vivir en la opulencia; hoy por hoy, muchos viven endeudados y en medio de la incertidumbre.
Detrás del Sistema Educativo Escolar Privado en el Perú, existe un oscuro y nocivo marco regulatorio que hace muy difícil operar a los colegios.
¿Será que los padres de familia no se dan cuenta de ello? ¿Se sienten bien jugando sucio a las personas que día a día trabajan en bienestar de sus hijos? Señores, piensen que al hacer esto están dando un pésimo ejemplo a sus hijos, ejemplo que es imborrable y que marcara sus vidas por siempre.¿Qué pretende el gobierno con ello? ¿Acaso será que buscan que el nivel educativo baje? Esperamos que no sea así y que pronto tomen cartas en el asunto, caso contrario este importante sector terminará por colapsar en un futuro próximo.
martes, 16 de abril de 2019
Perú, país de políticos cortineros
Para nadie es un secreto que la situación en el Perú es bastante turbulenta por estos días; múltiples problemas mantienen en vilo a la población y han puesto en jaque al gobierno de Martin Vizcarra.
En respuesta a tamaña preocupación e incertidumbre, solamente encontramos políticas demagogicas y populistas que no enfrentan los problemas de manera real y efectiva; disculpas públicas que tampoco representan solución alguna y absurdos e interminables enfrentamientos entre los poderes del Estado.
Ante esta marcada inoperancia de parte de nuestras autoridades, el pueblo ha empezado a reaccionar, y así los índices de desaprobación del gobierno se incrementen en progresión geométrica.
Es entonces que aparece, como por arte de magia, la noticia bomba, aquella que hace que nos olvidemos -por lo menos de momento- de todo el acontecer nacional. Para que esta primicia tenga un mayor impacto se requiere un sacrificio: habrá que llevar a alguien a la hoguera política. Y es así que se anunció con bombos y platillos la detención del expresidente Pedro Pablo Kuczynski, ¡la cortina de humo perfecta!
No discuto en absoluto dicha medida, pero resulta curioso que cada vez que el actual gobierno tambalee, aparezca una noticia de alto impacto. Recuerdo las detenciones de hace unos meses atrás de la excongresista Keiko Fujimori y posteriormente la del también expresidente Alberto Fujimori; pero también recuerdo que por aquellos días existian ya problemas en el país, problemas que aún no se resuelven.
Reitero que no es mi intención defender a estos nefastos personajes, de hecho tampoco pongo en tela de juicio su responsabilidad frente a los ilícitos que se les imputa; pero llama poderosamente la atención que estas detenciones se den justamente en momentos en los que nuestras autoridades deberían estar trabajando en dar solución a los diferentes males que nos aquejan, dando prioridad a aquellos que representen una mayor urgencia. ¿Lo más urgente era detener a estas figuras? ¿Realmente existe riesgo de fuga de ellos?
El peruano es, por lo general, revanchista; quizá por ello muchos celebran estas detenciones. Pero no por ello debemos olvidar o pasar a segundo plano la verdadera problemática que atraviesa nuestro país, como seguramente algunos habremos hecho. De ser así, y con el apoyo de los medios de comunicación masiva; seguramente nos llevará a que en las próximas encuestas la aprobación del Presidente Vizcarra suba algunos puntos; con ello finalmente se habrá graduado de político cortinero.
La Defensoría del Pueblo registró 183 conflictos sociales al mes de Marzo, 135 de ellos activos. ¿Qué hacen nuestras autoridades al respecto?
Podemos mencionar, entre otros, los serios problemas sociales surgidos en Cotabambas que incluyen bloqueos de carreteras, la misteriosa aparición de contenidos dañinos en los textos escolares distribuidos por el gobierno, la incontenible llegada de migrantes sin una adecuada política migratoria, las lamentables pérdidas humanas de los enfrentamientos entre los agricultores-cocaleros de Puno y los agentes del orden, y la sensación de temor generalizado en la población debido a los alarmantes índices de inseguridad; son solo algunos de los temas que nuestras autoridades no saben manejar adecuadamente y que mantienen en ascuas a la gran mayoría de peruanos.En respuesta a tamaña preocupación e incertidumbre, solamente encontramos políticas demagogicas y populistas que no enfrentan los problemas de manera real y efectiva; disculpas públicas que tampoco representan solución alguna y absurdos e interminables enfrentamientos entre los poderes del Estado.
Ante esta marcada inoperancia de parte de nuestras autoridades, el pueblo ha empezado a reaccionar, y así los índices de desaprobación del gobierno se incrementen en progresión geométrica.
Es entonces que aparece, como por arte de magia, la noticia bomba, aquella que hace que nos olvidemos -por lo menos de momento- de todo el acontecer nacional. Para que esta primicia tenga un mayor impacto se requiere un sacrificio: habrá que llevar a alguien a la hoguera política. Y es así que se anunció con bombos y platillos la detención del expresidente Pedro Pablo Kuczynski, ¡la cortina de humo perfecta!
No discuto en absoluto dicha medida, pero resulta curioso que cada vez que el actual gobierno tambalee, aparezca una noticia de alto impacto. Recuerdo las detenciones de hace unos meses atrás de la excongresista Keiko Fujimori y posteriormente la del también expresidente Alberto Fujimori; pero también recuerdo que por aquellos días existian ya problemas en el país, problemas que aún no se resuelven.
Reitero que no es mi intención defender a estos nefastos personajes, de hecho tampoco pongo en tela de juicio su responsabilidad frente a los ilícitos que se les imputa; pero llama poderosamente la atención que estas detenciones se den justamente en momentos en los que nuestras autoridades deberían estar trabajando en dar solución a los diferentes males que nos aquejan, dando prioridad a aquellos que representen una mayor urgencia. ¿Lo más urgente era detener a estas figuras? ¿Realmente existe riesgo de fuga de ellos?
El peruano es, por lo general, revanchista; quizá por ello muchos celebran estas detenciones. Pero no por ello debemos olvidar o pasar a segundo plano la verdadera problemática que atraviesa nuestro país, como seguramente algunos habremos hecho. De ser así, y con el apoyo de los medios de comunicación masiva; seguramente nos llevará a que en las próximas encuestas la aprobación del Presidente Vizcarra suba algunos puntos; con ello finalmente se habrá graduado de político cortinero.
viernes, 5 de abril de 2019
Once Minutos Cuarenta Segundos
Normalmente no reviso las denominados publicaciones y videos vírales; por lo general no hacen más que evidenciar que las cosas no van bien en nuestra sociedad, pero sin dar alternativa de solución alguna. Sin embargo, ver un video con una duración de 11’40’’ me llamo la atención, más aún si los primeros comentarios que logré ver denotaban dos posiciones opuestas y radicales.
Revisar el video fue una de las peores decisiones que he tenido en los últimos días, no puedo superar la sensación de asco e indignación que me ha producido ver la podredumbre en medio de la que vivimos; no solo de parte del pseudotaxista matón que descargó toda su rabia y frustración contra un adulto mayor, también al ver la indiferencia total de los testigos y la nauseabunda parcialización de muchas personas para con el agresor.
¿Acaso dos soles justifican once minutos y cuarenta segundos de persecución, humillación, golpes y abuso? Aparentemente para muchos compatriotas si; pues el video nos muestra una alarmante reacción de indiferencia frente al pánico mostrado por el veterano individuo -que facilmente podria ser padre o abuelo de muchos de los testigos-, pero también nos hace ver lo fácil que justificamos y nos solidarizamos con una cobarde, desmedida e inhumana agresión.
El tema va mucho más allá del pago de los dos soles; es un tema de crisis de valores en nuestro medio, la cual deriva de un paupérrimo sistema educativo. Es muy fácil para las autoridades decir -tal cómo lo vienen haciendo justamente por estos días- que se está luchando por lograr una educación más inclusiva; pero no son capaces de ver que para ello hay que humanizar la educación, y jamás van a lograrlo si continúan con su política de supresión de los cursos formativos.
Revisar el video fue una de las peores decisiones que he tenido en los últimos días, no puedo superar la sensación de asco e indignación que me ha producido ver la podredumbre en medio de la que vivimos; no solo de parte del pseudotaxista matón que descargó toda su rabia y frustración contra un adulto mayor, también al ver la indiferencia total de los testigos y la nauseabunda parcialización de muchas personas para con el agresor.
"La violencia jamás resuelve los conflictos" Juan Pablo II
Para quienes son ajenos a esta historia, les contaré que un maleante disfrazado de taxista empieza a seguir y filmar a una persona de la tercera edad, aduciendo que está le había pagado solamente once soles por el servicio, cuando él consideraba que el lo valor real era de trece soles. El veterano cliente le manifestó en reiteradas ocasiones que no contaba con el dinero, llegando a pedir la mediación de un policía para solucionar el impase. Lamentablemente el -dizque- transportista tenía otras “ideas” para cobrar los dos soles faltantes; este nefasto personaje tenía “sed de sangre”; y no paró hasta tener en el piso al anciano y propinarle una golpiza.El tema va mucho más allá del pago de los dos soles; es un tema de crisis de valores en nuestro medio, la cual deriva de un paupérrimo sistema educativo. Es muy fácil para las autoridades decir -tal cómo lo vienen haciendo justamente por estos días- que se está luchando por lograr una educación más inclusiva; pero no son capaces de ver que para ello hay que humanizar la educación, y jamás van a lograrlo si continúan con su política de supresión de los cursos formativos.
El verdadero reto es humanizar la educación
La solidaridad, la tolerancia, el respeto y el honor son valores de trascendental importancia para lograr una sociedad más justa y humana; una sociedad en que podamos convivir en forma digna y alturada pese a nuestras diferencias, una comunidad en la cual podamos vivir en armonía con el medio ambiente que nos rodea, un pueblo que tenga la capacidad de solucionar sus conflictos forma pacífica y saludable. Solamente logrando esto podemos aspirar al verdadero desarrollo social, cultural y económico.
sábado, 30 de marzo de 2019
Pensiones Escolares: Entre el populismo y la realidad
Hace unos veinte días aproximadamente, los principales medios de comunicación anunciaban con bombos y platillos acerca de un nuevo proyecto de ley que la Comisión de Defensa del Consumidor tenía listo para su debate. Este simpático proyecto tiene como fin último brindarle a los padres de familia que tienen hijos en edad escolar, la posibilidad de pagar menos por las pensiones de enseñanza en aquellos meses en los cuales no se complete el mes efectivo.
Hasta el día de hoy no encuentro mayor información al respecto, sin embargo, y sabiendo de la calidad de nuestros congresistas, imagino que habrán contemplado que durante los periodos que no hay clase, los colegios no paguen impuestos, arbitrios, licencias, aportes a essalud, seguros, afp, luz, agua, telefonía, internet, licencias de software, y ninguna de las mil y un absurdas exigencias que les imponen las autoridades educativas, tributarias, laborales y municipales para permitirles operar.
Estoy convencido que nuestros padres de la Patria habrán incluido los lineamientos por los cuales el Estado subvencionará los sueldos de los trabajadores de estas empresas, puesto que la no asistencia de alumnos no los exonera en absoluto de sus labores. De hecho, muchas veces el trabajo durante estos recesos se incrementa; haciendo uso de nuestro sentido común nos daremos cuenta que no es posible que una institución se mantenga sola, por otro lado hay que ser conscientes que la planificación de sesiones de aprendizaje y programación de los periodos académicos no aparecen por arte de magia.
Seguramente nuestro Poder Legislativo se habrá preocupado también por la situación económica de los trabajadores de estas instituciones, quienes en muchos casos no pueden acceder a mejoras salariales debido al alarmante índice de morosidad en los pagos de pensiones en los centros educativos privados. Por ello estoy convencido que este proyecto incluye un conjunto de poderosas medidas para garantizar el pago puntual y oportuno de las obligaciones contraídas por los padres de familia; mismas que muchas veces dilatan y evitan al amparo de la absurda legislación vigente, la cual ha dado origen a una generación de padres frescos que saben que no podrán pagar la pensión, pero aún así matriculan a sus hijos porque la ley los protege.
Hasta ahora he escrito pensando en que ¡vale la pena soñar! Pero al volver a la realidad, esta se encargará de eliminar mi convencimiento, seguridad y fe en las autoridades legislativas; me devolverá al crudo y duro escenario de un congreso súper poblado de improvisados que pretenden perpetuarse en el cargo utilizando medidas populistas y efectistas que calan hondo en una población inmersa en una política nacional de embrutecimiento; una política nociva a la población y que maneja la educación pública a su antojo y pretende eliminar la inversión privada en educación.
Por ello, queridos lectores, si la búsqueda de la mejor alternativa educativa para sus hijos los lleva a matricularlos en una escuela privada, no se pasen de listos y analicen sus posibilidades reales, de manera que paguen lo que se comprometieron en forma completa, oportuna y a tiempo; recuerden que se educa con el ejemplo, y si el día de mañana sus hijos son irresponsables, frescos e incumplidos será porque lo aprendieron de ustedes.
Hasta el día de hoy no encuentro mayor información al respecto, sin embargo, y sabiendo de la calidad de nuestros congresistas, imagino que habrán contemplado que durante los periodos que no hay clase, los colegios no paguen impuestos, arbitrios, licencias, aportes a essalud, seguros, afp, luz, agua, telefonía, internet, licencias de software, y ninguna de las mil y un absurdas exigencias que les imponen las autoridades educativas, tributarias, laborales y municipales para permitirles operar.
Estoy convencido que nuestros padres de la Patria habrán incluido los lineamientos por los cuales el Estado subvencionará los sueldos de los trabajadores de estas empresas, puesto que la no asistencia de alumnos no los exonera en absoluto de sus labores. De hecho, muchas veces el trabajo durante estos recesos se incrementa; haciendo uso de nuestro sentido común nos daremos cuenta que no es posible que una institución se mantenga sola, por otro lado hay que ser conscientes que la planificación de sesiones de aprendizaje y programación de los periodos académicos no aparecen por arte de magia.
Seguramente nuestro Poder Legislativo se habrá preocupado también por la situación económica de los trabajadores de estas instituciones, quienes en muchos casos no pueden acceder a mejoras salariales debido al alarmante índice de morosidad en los pagos de pensiones en los centros educativos privados. Por ello estoy convencido que este proyecto incluye un conjunto de poderosas medidas para garantizar el pago puntual y oportuno de las obligaciones contraídas por los padres de familia; mismas que muchas veces dilatan y evitan al amparo de la absurda legislación vigente, la cual ha dado origen a una generación de padres frescos que saben que no podrán pagar la pensión, pero aún así matriculan a sus hijos porque la ley los protege.
Hasta ahora he escrito pensando en que ¡vale la pena soñar! Pero al volver a la realidad, esta se encargará de eliminar mi convencimiento, seguridad y fe en las autoridades legislativas; me devolverá al crudo y duro escenario de un congreso súper poblado de improvisados que pretenden perpetuarse en el cargo utilizando medidas populistas y efectistas que calan hondo en una población inmersa en una política nacional de embrutecimiento; una política nociva a la población y que maneja la educación pública a su antojo y pretende eliminar la inversión privada en educación.
Por ello, queridos lectores, si la búsqueda de la mejor alternativa educativa para sus hijos los lleva a matricularlos en una escuela privada, no se pasen de listos y analicen sus posibilidades reales, de manera que paguen lo que se comprometieron en forma completa, oportuna y a tiempo; recuerden que se educa con el ejemplo, y si el día de mañana sus hijos son irresponsables, frescos e incumplidos será porque lo aprendieron de ustedes.
lunes, 7 de enero de 2019
#LaIndiferenciaMata - Indiferencia Nunca Jamás
Nuestros sentidos se agudizan cuando una pseudo estrella de Chollywood hace un escándalo, al presentarse un conflicto de intereses entre los poderes del Estado, si algún ciudadano extranjero -de preferencia venezolano- comete algún ilícito o en caso alguno de los denominados crímenes de odio se cometa. Inmediatamente todos “saltamos” para defender nuestra posición, muchas veces en forma tan apasionada que no nos importa destruir honras.
La situación cambia dramáticamente y se torna en una total y absoluta indiferencia si vemos alguna agresión o abuso en las calles, si observamos que algún adulto mayor es burlado o violentado, si nos topamos con un menor perdido o desorientado. Somos tan insensibles que muchas veces hasta nos burlamos de la desgracia ajena, no logramos darnos cuenta que nuestras acciones pueden tener efectos dramáticos y lamentables.
Apenas unos días atrás se confirmó la muerte de un pequeño niño, una criatura con transtorno del espectro autista, un chiquillo que podría haber sido su hijo o el mío. Lo lamentable de esta muerte, es que esta se dió como consecuencia de nuestra indiferencia e insensibilidad.
¿Acaso nadie notó que este pequeño no se comunicaba? ¿Es que nadie se percató que estaba perdido? ¿Podemos creer que ninguna persona lo vio deambular desorientado? ¿Será que no hubo ser humano capaz de notar que seguía en una unidad de transporte público en contra de su voluntad? ¿Nadie pensó por un momento que las acciones de este chiquillo frente a la mar brava eran muy temerarias?¿Acaso ya no hay humanidad en las personas?
Mucha gente se precia de ser inclusiva, muestran una careta de ser hombres de bien para defender lo indefendible; pero todo esto es una farsa pues olvidan a nuestros niños, ancianos y personas con discapacidad -las verdaderas poblaciones vulnerables- con quienes si debemos ser inclusivos de verdad y no por moda. La indiferencia mata, y se ensaña con los más desprotegidos; seamos solidarios, indiferencia nunca jamás, ¡seamos humanos!
La situación cambia dramáticamente y se torna en una total y absoluta indiferencia si vemos alguna agresión o abuso en las calles, si observamos que algún adulto mayor es burlado o violentado, si nos topamos con un menor perdido o desorientado. Somos tan insensibles que muchas veces hasta nos burlamos de la desgracia ajena, no logramos darnos cuenta que nuestras acciones pueden tener efectos dramáticos y lamentables.
Apenas unos días atrás se confirmó la muerte de un pequeño niño, una criatura con transtorno del espectro autista, un chiquillo que podría haber sido su hijo o el mío. Lo lamentable de esta muerte, es que esta se dió como consecuencia de nuestra indiferencia e insensibilidad.
¿Acaso nadie notó que este pequeño no se comunicaba? ¿Es que nadie se percató que estaba perdido? ¿Podemos creer que ninguna persona lo vio deambular desorientado? ¿Será que no hubo ser humano capaz de notar que seguía en una unidad de transporte público en contra de su voluntad? ¿Nadie pensó por un momento que las acciones de este chiquillo frente a la mar brava eran muy temerarias?¿Acaso ya no hay humanidad en las personas?
Mucha gente se precia de ser inclusiva, muestran una careta de ser hombres de bien para defender lo indefendible; pero todo esto es una farsa pues olvidan a nuestros niños, ancianos y personas con discapacidad -las verdaderas poblaciones vulnerables- con quienes si debemos ser inclusivos de verdad y no por moda. La indiferencia mata, y se ensaña con los más desprotegidos; seamos solidarios, indiferencia nunca jamás, ¡seamos humanos!
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