Dicen que la televisión es uno de
los inventos más importantes de los últimos tiempos; una máquina que nos
permite mantenernos informados, darle vida a nuestros personajes de ficción,
ver nuestro deporte favorito y disfrutar de lo mejor del séptimo arte, entre
otras bondades. Por ello, al llegar a casa luego de una ardua jornada, nada
mejor que ponernos frente a este casi indispensable artefacto; ¡aunque a veces
nos topamos con cada sorpresa!
Hace unos días observaba indignado como una
señora, que pretendía dar vuelta en U por un lugar prohibido, empujaba con su
camioneta a una policía de tránsito. No es la primera vez que vemos actitudes
prepotentes y matonezcas frente a los miembros de nuestra Policía Nacional, lo
cual me lleva a preguntarme, ¿dónde quedo el respeto por nuestras fuerzas del
orden?
Aunque se trata de un problema que requiere ser
enfrentado por múltiples sectores, con mucho pesar debo manifestar que el
deficiente sistema educativo tiene una gran parte de culpa. Nuestras
autoridades educativas no le dan importancia a los cursos formativos -aquellos destinados a inculcar valores en
las futuras generaciones- y han ido suprimiendo en forma sistemática cursos
que ellos consideran de menor transcendencia.
Recuerdo que en mis épocas de colegio existía un
curso llamado Educación Cívica -seguro
muchos de ustedes lo recordarán- en el cual nos enseñaban la frasecita
cliché "el policía es tu amigo",
nos mostraban la importancia de su trabajo, sabíamos que eran hombres y mujeres
que estaban dispuestos a dar su vida por salvar la nuestra; en otras palabras,
valorábamos su aporte en la sociedad. Actualmente dicho curso no existe, ha sido
"absorbido" por otro curso que pretende englobar historia, geografía,
economía, civismo y valores; es decir, perdió totalmente su sentido y
finalidad.
Con lo expuesto anteriormente no pretendo
ocultar otras causas que nos llevaron al irrespetuoso proceder que existe
frente a la autoridad policial: sé que sus sueldos no son acordes con la
importancia de sus funciones, soy consciente de la existencia de malos
elementos dentro de la policía que los desprestigian, he notado que existen efectivos autoritarios y abusivos, conozco muchas familias
que no orientan adecuadamente a sus hijos respecto a lo que es autoridad, entre
otras.
Afortunadamente aún existen maestros y padres
que educan en valores a sus hijos y les enseñan a apreciar el trabajo de la
Policía Nacional del Perú, de los buenos policías, de aquellos que son mayoría
y muy pocas veces nos acordamos. Existe un largo camino por recorrer para
recuperar nuestros valores, ¿qué tal si empezamos de una buena vez? ¿o
esperamos un tiempo hasta que nuestros hijos sean protagonistas del siguiente
atropello a la autoridad televisado para entrar en razón?
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