Grandes tragedias se han dado -y se siguen dando- en nuestro querido Perú, mostramos una marcada incapacidad de salir del subdesarrollo y somos -una y otra vez- victimas del populismo y falsas promesas de los políticos y grupos de poder; todo esto a causa de “hacernos los vivos”, por no respetar ni hacer respetar las reglas que nos podrían llevar a tener un futuro promisorio.
Se dice que el peruano es “vivo” cuando toma una filosofía de vida que le lleva a obtener una ventaja, a realizar el mínimo esfuerzo y a obtener el máximo beneficio; todo esto sin tomar en cuenta el bien común ni los derechos del prójimo.
Resulta muy triste ver que en el Perú son muchos los que piensan y actúan bajo este estilo de vida, como mecanismo para obtener “mejores” resultados, y los resultados los sufrimos todos. Un dato importante es que en los países que se emplea la “viveza criolla” como escuela popular de vida, viven en medio de la crisis política, social y económica; razón más que suficiente para cambiar, pero...
Ser “vivos” nos lleva a actuar carentes de ética, valores ni principios; a faltar el respeto a los demás y a las leyes; a vivir en medio de la corrupción administrativa y política; a solucionar los problemas con sobornos o favores ilícitos; a no cumplir con la palabra ni las obligaciones contraídas; a ignorar, minimizar y hasta burlarse de la desgracia ajena; a vivir en medio de anomalías y desviaciones sociales, culpando siempre a otros de nuestras faltas; a pasar por alto la importancia de la educación y cultura; entre otras.
Por suerte el ser “vivos” es una actitud, misma que podemos ir descartando de nuestras vidas; y lo haremos priorizando el uso de nuestro intelecto y nuestras habilidades sociales para aprender, entender, razonar, tomar decisiones correctas y vivir en armonía con la sociedad y el entorno. Solo así, emprenderemos el viaje al desarrollo y la prosperidad.