jueves, 27 de septiembre de 2012

Con vergüenza ajena

Hace algún tiempo que estoy deseando escribir unas lineas, sin embargo algo dentro de mi ser no me deja tranquilo pues me siento herido en mi orgullo, en mi orgullo como maestro. Y es que no puedo sentir menos que vergüenza de compartir la noble profesión de maestro; la profesión que amo, aquella que considero como clave para lograr grandes cambios en nuestra sociedad; con una serie de delincuentes, que no encuentran mejor manera de expresarse que mediante la violencia en las calles. Así que utilizare estas lineas para liberar mi alma, para decirle al mundo que los verdaderos maestros seguimos trabajando, continuamos al pendiente de nuestros alumnos, prolongamos nuestro ideal de contribuir a que nuestro país avance; los auténticos maestros no lanzamos piedras al prójimo, no destruimos la propiedad del Estado Peruano, no cerramos calles, no hacemos apología al terrorismo; y sobre todo, los maestros serios seguimos siendo un ejemplo para nuestros discípulos.
Me gustaría saber con que autoridad moral estos delincuentes disfrazados de maestros, independientemente de las siglas que usen para sentirse un poco mas importantes -SUTEP o CONARE-, después se podrán presentar frente a sus alumnos. Seguramente pondrán "cara de conejo degollado" y justificaran su "lucha popular", o quizá los alentaran a "defender sus derechos" de la misma forma que ellos lo hacen, o tal vez piensen que sus alumnos son unos ignorantes que no saben percibir lo que pasa alrededor suyo.
Aunque traten de justificar o negar sus actos vandalicos y delincuenciales, toda la sociedad ha visto de lo que son capaces: de destruir; y un maestro del mundo real es un constructor, NUNCA un destructor. La sociedad ha puesto en nuestras manos el futuro, para que lo modelemos, para que lo construyamos, para que nuestros niños y jóvenes crezcan creyendo en que lograr un mundo diferente es posible si nos proponemos a construirlo juntos, con amor, paciencia, dedicación, entrega; desterrando la violencia, el egoísmo, la envidia y la maldad.
Creo yo que aquellos delincuentes que atentan contra el buen nombre de nuestra profesión no merecen llevarla nunca más, es hora de que el Colegio de Profesores del Perú haga algo y se manifieste retirando definitivamente la licencia a aquellos maestros que han sido plenamente identificados y que han participado en el atentado contra el aeropuerto de Juliaca, en la destrucción del Ministerio de Educación, en el cierre de calles, entre otras barbaries; es hora que el Ministerio de Educación los ponga en su sitio: en la calle, porque a las aulas no pertenecen; y finalmente es hora que la sociedad los llame como son: delincuentes, no maestros. Solo así dejare de sentir vergüenza ajena.
Antes de terminar, quiero saludar a todos mis colegas que laboran para el Estado y que son ajenos a esta penosa situación, a los que "les pican los pies" por volver a las aulas, y especialmente para los que se han organizado y siguen dictando clases a sus alumnos a pesar de los vejámenes a los que los someten los delincuentes de los que hablaba lineas arriba. Gracias por demostrarle al mundo que si podemos hacer la diferencia.
Ahora que ya libere mi alma, prometo escribir más seguido.

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