viernes, 6 de julio de 2012

La Gratitud al Maestro


Hace apenas unos días recibimos una visita inesperada en nuestro colegio; un amable caballero preguntaba por cierto directivo, al consultarle su nombre para anunciarlo, nos dijo que se trataba de un exalumno suyo que llevaba buscándolo buen tiempo –más de 30 años para ser precisos– para agradecerle todo que había hecho por él.
Esta escena me hizo evocar mi infancia y juventud –que quede claro que me siento joven aún– y me trajo a la mente a algunos de los más notables maestros y maestras que he tenido a lo largo de mi vida, personas para las cuales tengo pendiente una deuda de gratitud, la cual en muchos casos no podré saldar directamente porque ellos ya no están con nosotros físicamente. Creo que no me equivoco si digo que todos y cada uno de nosotros guardamos recuerdos imborrables de más de un maestro o maestra, figuras que nos llevaron de la mano por los laberintos culturales; que suavizaron el desamparo paterno en la escuela; que formaron nuestra personalidad y que nos convirtieron en ciudadanos responsables. Lamentablemente cuando uno se da cuenta de esto, es generalmente tarde y estas personas, por alguna u otra razón habrán desaparecido de nuestras vidas.
Recordemos que todos hemos pasado por las aulas, que hemos aprendido con nuestros maestros y maestras, y que si somos las personas que somos es gracias a ellos; por aquellas personas que dejaron hasta su ultima pizca de paciencia en las aulas con la única consigna de lograr que los superemos. Porque no existe ninguna otra labor en el mundo tan desprendida como la del docente, los únicos que no se sienten desplazados al ser superados por sus discípulos, todo lo contrario, el sentimiento de realización personal cuando esto ocurre no tiene precio.
A los padres decirles entonces que dejemos que realicen bien su labor, apoyando su trabajo; valorando su esfuerzo; reforzando en casa aquello que nos indiquen; dejemos de “poner piedras” en su camino en nuestro afán sobreprotector para con nuestros hijos; y lo más importante, agradezcamos su trabajo. De esta forma nos estaremos cobrando la revancha de las muchas veces que no pudimos decir gracias a nuestros propios maestros, estaremos saldando nuestra deuda de gratitud. Y a los chicos, valoren más el esfuerzo de sus maestros y maestras; respétenlos y aprendan de sus enseñanzas; den gracias de tenerlos a su lado en las buenas y en las malas, y háganles saber lo que significan para ustedes, no esperen para reconocer su trabajo, quizá cuando lo quieran hacer sea demasiado tarde.
No vayan a pensar ustedes que estas líneas las escribo esperando un saludo masivo; los que amamos la docencia; los que lo hacemos por pura vocación de servicio; los que disfrutamos con cada pequeño logro de nuestros pupilos no necesitamos de ello. Estas líneas las escribo no como docente, las escribo como exalumno de muchos maestros y maestras a los que agradecerles es un acto de justicia, pues gracias a sus enseñanzas estoy en donde estoy.
Me siento orgulloso de ser docente, de compartir lo que sé con las nuevas generaciones. De ver como poco a poco se van formando los nuevos profesionales del Perú; y sé que mis colegas se sienten igual; por eso, y antes de finalizar quiero desearles a todos ustedes, colegas docentes, un muy feliz día del maestro este 6 de Julio y que el Señor nos dé la fortaleza para seguir haciendo nuestro trabajo, con amor y paciencia.

05/07/2012 Actuación en Colegio Nuestra Señora del Rosario

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