Lo increible de esta historia es que del mismo lugar parte movilidad formal y gratuita proporcionada por la municipalidad distrital, y que se encuentra solamente a cinco cuadras de la estación de la linea del metro
6.00pm en el distrito de San Borja en Lima, para ser más precisos en la esquina de la avenida del Parque Sur y el Jirón Remington, mi agudeza visual me indica que pronto se liberará un espacio para poder parquear un automóvil, pero de pronto, un tipejo de dudosa reputación se planta frente al estacionamiento y con palabras altisonantes ahuyenta a quien ose tratar de dejar su vehículo ahí; muy cerca por la calle Pietro Torrigiano se escucha el “ronronear” de un motor, y pronto aparece un automóvil y se aparca en el sitio que resguardaba la fiera antes mencionada. Cual gacelas, seis personajes corren hacia el vehículo particular estacionado, abordan atropellándose el uno al otro, y el piloto -enfundado con un fotocheck- parte como si fuera piloto de fórmula 1 hacia la estación San Borja Sur. Son siete cuadras que reportarán un ingreso de seis soles al colectivero, ¡negocio redondo! pero, la seguridad de las personas, ¿dónde queda?En Lima se estima que operan más de treinta mil colectivos informales (fuente, El Comercio, 13 de Junio de 2019); es decir, ¡tenemos más de treinta mil asesinos en potencia recorriendo nuestras calles! Lo peor de todo es que somos nosotros mismos quienes les brindamos la oportunidad de atentar contra nuestras vidas, al hacer uso de sus irregulares servicios y pagarles por ello.
Pero eso no es todo, como vecino de la zona en mención, he podido ver cómo los efectivos policiales y de la GTU se hacen de la “vista gorda” permitiendo que estos tipejos hagan su agosto. ¿La culpa es de los colectiveros solamente? Absolutamente no, la culpa es compartida con todos aquellos usuarios que le ponen un precio de un sol a sus vidas (el precio del pasaje), con los efectivos policiales que no hacen nada a pesar que saben de sobra acerca de lo que viene ocurriendo, con los “chalecos amarillos” que dicen que no pueden actuar efectivamente ante esta gente, y con los “jaladores” de estos medios de transporte clandestinos y asesinos. Dios quiera que mañana no tengamos que lamentar víctimas, pero de ser así, ojalá todos tomen su posición y asuman sus responsabilidades: las autoridades ciegas, los usuarios irresponsables y los prestadores delincuentes. Espero que todo este caos e impunidad acabe pronto, después de todo, los habitantes de la ciudad que albergó los últimos Juegos Panamericanos, ¿no pueden caminar unas cuantas cuadras?