sábado, 24 de agosto de 2019

Secuestrados por la Violencia

“Somos libres, seámoslo siempre” reza nuestro himno nacional; preciosa pieza de arte compuesta por encargo de nuestro primer libertador, don José de San Martín; porque nuestra libertad -según los textos de historia- no se término de configurar hasta qué Ramón Castilla abolió la esclavitud. Lamentablemente, hoy en día vemos que esta frase no se cumple pues vivimos inmersos en una espiral de insania que ha motivado que nos volvamos un país secuestrado por la violencia.
A diario nos enfrentamos a escenas de violencia de todo tipo -callejera, doméstica, de género, etcétera- pues se ha encontrado en la agresión una forma de validar posturas; nos confrontamos a situaciones límite donde la vida no vale más que un par de soles; nos topamos con hechos inverosímiles que ponen en tela de juicio nuestra propios valores. En resumen, moramos en un país donde la violencia es tan predominante como la humedad en Lima.
Ante esta situación, los peruanos vemos que nuestra libertad ha sido coactada o impedida, pues no podemos decidir libremente sobre qué hacer o a dónde desplazarnos; antes debemos ponernos a pensar en los peligros que nos podría traer el solo hecho de hacer aquello que queremos hacer. ¡Cuántas veces terminamos presos en nuestros propios hogares!
El descontento, malestar y temor son palpables; por ello que los pueblos no dudan en pedir que los militares salgan a las calles a imponer el orden, que las penas sean más drásticas y de aplicación real, que a los menores que delinquen se les castigue con todo el peso de la ley y se les deje de considerar simples “infractores”, que se reordene el caos vehicular y se elimine a los choferes asesinos, que se reorganice, profesionalice y humanice al poder judicial y a las fuerzas del orden, que se reformule y reestructure el modelo educativo para hacerlo más competitivo, y que se destierren en forma definitiva todas las formas de corrupción.
A nuestras autoridades parece no importarles -¿o será que no se dan cuenta?- del gravísimo problema social que se está configurando. Esperamos que cuando pretendan tomar alguna acción real no sea demasiado tarde; porque si las cosas siguen así, el descontento podría acarrear diferentes formas de reacción por parte de los pueblos.
Mientras tanto invito al presidente Vizcarra a dar un paseo dominguero por las calles de Lima sin su seguridad personal, al premier Del Solar a dejar su vehículo estacionado en la vía pública y a su equipo de ministros a pasear por los puentes peatonales de Lima hablando por sus modernos celulares; quizá así se den cuenta de lo que hablamos.