jueves, 18 de octubre de 2018

Donar ¿es sencillo?

Me encontraba en la caja del supermercado, listo y presto a pagar, la cajera al notar que pagaría en efectivo me pregunta “¿desea donar dos céntimos para ayudar a los pacientes del Hospital del Niño?”; mi respuesta era más que obvia -¿quién en su sano juicio diría que no a un niño, mucho menos tratándose de un monto irrisorio?- sin embargo, una señora que venía tras mío en la cola no dudó en interrumpir y muy ofuscada con la cajera le increpó acerca de la “estafa” que venían realizando.
Como soy de aquellas personas que no se quedan tranquilas con aquello que les dicen, pedí una explicación. La dama de la cola -que ahora estaba furiosa- me reclamó por mi ignorancia, diciéndome que el supermercado donaría esos centavos a su nombre y con ello lograría importantes deducciones de sus impuestos.

Seamos claros, pienso que tras estas donaciones mínimas e irrisorias, los supermercados esconden un afán de evitar el redondeo de precios y un fin último de lograr algún tipo de beneficio tributario; créanme que no tengo un pelo de tonto y presumo que estoy en lo cierto. Pero, ¿acaso nos perjudica donar uno, dos o tres céntimos por compra? ¿acaso no botamos las moneditas de 5 céntimos que nos dan de vuelto cuando presumimos de no dejarnos engañar?

No seamos como el perro del hortelano, digamos adiós al egoísmo y seamos solidarios; de céntimo en céntimo se pueden lograr montos importantes para los menos favorecidos; hay empresas que hacen esto con nuestro dinero y aunque no lo hacen por amor al chancho, sino a los chicharrones; dejemos que junten nuestros centavitos, que acumulen una cantidad interesante y que la canalicen en bien de los más necesitados.
Sabemos de sobra que las empresas se van a beneficiar; pero créanme, mucho más se van a beneficiar aquellas personas que realmente necesitan de ayuda y oportunidades para progresar.