Me di cuenta que estas pequeñas salidas hacían que me sienta mejor: note que mi respiración mejoró, mi sensación de bienestar se incrementó y redujo mis niveles de stress. Por ello no dude en empezar a pedalear más seguido, por salud y por placer, sin depender exclusivamente de los días de compras.
Adquirí y mantengo la sana costumbre de salir a pedalear unos 25km diarios sin importar las condiciones climatológicas. Sin embargo, debo ser sincero en confesar que nunca imaginé que montar bicicleta se pudiera volver en una aventura extrema. Ya no es necesario tomar alguna bajada de la Costa Verde, la bajada de curvas de la Av. Raúl Ferrero o visitar el Parque Ecológico de La Molina para sentir la adrenalina correr por tus venas; ahora que lo automóviles y peatones circulan libremente, basta con dar una pequeña vuelta para sentir que vives "al filo del peligro".
Reglamentar el uso de las bicicletas es válido, pero más importante es aprender a convivir amigablemente en sociedad, con respeto y consideración para todos.
Podemos salir de nuestras casas pensando en dar un saludable y tranquilo paseo, la realidad rápidamente nos hace ver que esto no será posible pues estamos pedaleando el vehículo más irrespetado de la capital peruana: la bicicleta. Aún cuando vayamos por alguna de las pocas ciclovías que existen, no tardaremos en toparnos con algún auto estacionado que la invade, algún desadaptado motociclista que prefiere evitar el tráfico de las pistas, cierto personaje que decidió trotar y/o caminar en esta vía, o inclusive de algún desorientado que cree que es el mejor lugar para sacar a la mascota. No importa lo que el ciclista pueda hacer o decir, la respuesta siempre será la misma: “las ciclovías están mal hechas”.
Pero, como dijimos antes, existen muy pocas ciclovías, razón por la que ir en algún momento por las pistas es inevitable y perfectamente válido de acuerdo a la legislación vigente. Acá si, que Dios nos coja confesados; esquivar autos, ser cerrados por combis y colectivos, ser interrumpidos por autos que se detienen de improviso, evitar peatones que cruzan por donde les viene en gana y soportar insultos de “los dueños de la pista” son solo algunas de las muchas condiciones adversas con las que se debe convivir. Cualquier reclamo que se pueda formular es respondido con ironía: “acaso esto es ciclovía”.
Para cerrar el círculo, debemos mencionar que si por una de esas casualidades del destino, el ciclista llega a usar la vereda, será objeto de todo tipo de ofensas. Poco importa si el ciclista tuvo que invadir la vereda por evitar ser embestido por algún vehículo mayor, siempre se asumirá que todos los ciclistas son imprudentes.
Estimado conciudadano; si cree que las ciclovías están mal hechas eso no le da derecho a usarlas como parqueadero; si hay mucho tráfico eso no le da derecho a utilizar la ciclovía para adelantar; si su moto no puede avanzar rápido por la pista eso no le da derecho para circular por la ciclovía; si su perrito es rebelde y quiere hacer popó en medio de la ciclovía eso no te da derecho a pararse en medio de ella a esperar que termine sus necesidades; si le parece que las puertas levadizas son un peligro al caminar por la vereda eso no le da derecho a tomar tu caminata por la ciclovía; si le parece que la bicicleta va muy lento por la vía, y no hay una ciclovía por donde pueda transitar, eso no le da derecho a cerrarle el paso. Respeto y consideración, después de todo, recuerda que la bicicleta es una alternativa ecológica.
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Foto: Diarios de Bicicleta - Pedalear o Morir ciclistapiranha.com |
Antes de terminar quiero dejar en claro que si existen ciclistas que incumplen las normas y ponen en peligro su integridad y la de los demás, pero la gran mayoría hacen todo lo posible por cumplir la legislación y por tratar de convivir en paz en medio de la jungla de cemento que se ha vuelto para ellos nuestra ciudad; eso si, con estas condiciones, ¡el ciclismo urbano es full adrenalina!