sábado, 29 de agosto de 2020

El Peor de los Virus

Los mensajes bonitos quedaron en el olvido, los aplausos a las autoridades también; hoy por hoy aquellos mensajes que decían que superaríamos esto juntos, que saldríamos fortalecidos y como mejores personas, y hasta los videitos caseros de “Resistiré” han quedado como un infame recuerdo.
Nuestro querido Perú se ha convertido en el país con mayor tasa de mortalidad debido a la pandemia de coronavirus en el mundo; y debemos ser hidalgos en reconocer que tan triste célebre mérito lo hemos alcanzado gracias a la ignorancia, egoísmo y falta de solidaridad que nos caracteriza como pueblo. ¿Duele leerlo? Pues es así, la verdad duele, y ¡cómo duele Perú!

"No hay nada más terrible que ver la ignorancia en acción" Goethe

Nos sentíamos orgullosos de haber tenido una rápida respuesta, de tener bajos niveles de contagio; pero nuestra ignorancia -atrevida, como siempre- nos llevó a sentirnos superiores al letal virus, a pensar que teníamos la situación bajo control, llegamos inclusive a cuestionar la veracidad del mal que aqueja al mundo; y decidimos entonces emprender una serie de eventos imprudentes y desafortunados.
Cuando la crisis económica nos llevó a limites insospechados, decidimos lanzarnos a las calles y tomarlas por asalto convirtiéndolas en auténticos mercadillos. Y si alguna autoridad pretendía hacer respetar el distanciamiento social, rápidamente las hordas de desadaptados les caían encima con insania delincuencial; apoyados por muchos “ciudadanos de a pie” que se convertían en tenaces defensores de lo indefendible. Se acusó -y sigue acusando- a las autoridades de no permitir el trabajo, de ser abusivas y de impedir el libre comercio; cuando en realidad estas lo único que pretendían impedir era la libre circulación del virus.
En medio de este contexto, el trasladarnos de un lugar a otro se hizo más pesado, la demanda por transporte público creció; pero como no nos gusta esperar, hacer colas no respetar el espacio de los demás; decidimos que lo mejor era protestar aduciendo que no nos dejan movilizarnos con libertad, por ello exigimos que el transporte público permita trasladar mayor cantidad de pasajeros. Obviamente en esta queja se contó con el apoyo de un gran número de transportistas, para quienes -obviamente- les sale más rentable trasladar mayor cantidad de pasajeros por viaje; “economia es progreso” decían, total, la vida no vale más que un pasaje de “china” para algunos.
Nuestra nueva normalidad cada vez se acercaba más a la acostumbrada; y empezamos a extrañar nuestras costumbres sociales, por ello dijimos que era injusto que nos impidan reunirnos con la familia y amigos, que iba contra nuestra salud mental el no poder asistir a fiestas y reuniones. Por ello decidimos ir a visitar a todos los que habíamos dejado de ver por buen tiempo -¿acaso no era por cuidarnos mutuamente?- y asistir a cuanta reunión social se nos presente. Nunca nos importó que el COVID-19 sea el invitado de honor en todas estas situaciones.
Somos un pueblo ignorante, y estamos siendo testigos de nuestra propia destrucción; tal como nos advirtió uno de nuestros libertadores. Lamentablemente no hay quien nos libere del yugo de la ignorancia, el gobierno nunca apostó por la educación, pues su populismo barato lo llevó al extremo opuesto: tratar de destruir cualquier intento por brindar una mejor educación. Lo que vemos hoy por hoy y nos mata es resultado de un pésimo sistema educativo, mismo que pretende salvar el año escolar entregando tabletas educativas en octubre -cuando el año escolar está por acabar- y discutiendo la pertinencia o no de que haya repitencia -una oda a la mediocridad-
En el Perú la educación no tiene valor alguno para las autoridades y el gobierno lo dejó plenamente demostrado al no formular ningún plan educativo coherente para el atípico año escolar 2020, al dejar desprotegida a la inversión privada en educación, al no hacer nada para salvaguardar la imagen de los maestros ante el “fuego cruzado” propiciado por el desmedido ataque de algunos padres de familia contra los colegios, al abarrotar de alumnos las aulas virtuales de los colegios públicos, al engañar a las poblaciones más alejadas y vulnerables con promesas de recursos educativos que aún no se materializan, al permitir que las condiciones de trabajo para los docentes sean aún peores, y un largo etcétera.


Los defensores de este gobierno seguramente me dirán que nuestro “honorable” primer puesto es resultado de una serie de nefastos gobernantes que dejaron desprotegida a la sociedad al no educarla, dejándonos como resultado generaciones sin aspiraciones, sin valores, sin cultura, sin empatía, sin respeto. Les doy la razón, pues gracias a ello vemos con indignación como diariamente muchos no valoran la vida (la propia, mucho menos la ajena); pero debemos ver conla misma indignación la nula reacción de las autoridades. Dios quiera que el futuro no nos depare una crisis similar, pero de ser así, ¿no sería mejor empezar a prepararnos? La educación es la llave que tienen los pueblos para lograr la superación, ojalá nuestras autoridades lo entiendan y dejen de gastar en paliativos para pasar a invertir en el futuro, en una buena educación.
Recuerden, el peor virus es la ignorancia humana, y para este, SI HAY VACUNA.