martes, 24 de diciembre de 2019

Trabajando en medio de la informalidad

Hace un tiempo escribía acerca de la viveza criolla, idea que pude ver comparten muchas personas, el problema son aquellas que no comparten el concepto y han hecho de las malas prácticas una insana y peligrosa costumbre. Y es que el agente de realidad para la viveza criolla, por lo menos en un país como el nuestro, es la desgracia.
Hace poco más de dos años fuimos testigos de la terrorífica muerte de unos jóvenes que trabajaban adulterando las marcas de tubos fluorescentes en condiciones muy cercanas a la esclavitud. Todo el Perú se escandalizó, pero aún hoy la informalidad, la desigualdad, la explotación y la desgracia siguen de la mano, ¡a todo nivel!
El triste final que tuvieron las vidas de dos jóvenes trabajadores de una franquicia internacional de comida rápida ha encendido los ánimos y pone nuevamente sobre el tapete las penosas condiciones en las que trabajan muchas personas en nuestro país. Pero no pequemos de ingenuos, no nos dejemos llevar por aquellas voces que pretenden culpar a las prácticas abusivas que las poderosas transnacionales instauran en nuestro país; la culpa real es de la informalidad, corrupción e impunidad que se conjugan en un sistema laboral nefasto.
Comparto plenamente el concepto de que Arcos Dorados es responsable, pero ¿acaso es el único? Queridos lectores, no se engañen pues el ministerio del trabajo, la sunafil, la sunat, las autoridades municipales, el indeci y todos aquellos organismos que deberían velar porque las condiciones mínimas de seguridad y salud se den, son tan culpables como la empresa donde se presentó el fatal accidente.
Pero no solamente estos organismos tienen culpa, la culpa la compartimos todos nosotros, testigos ciegos de un país en el cual el subempleo y la informalidad campean; cómplices de un sistema laboral corrupto y herido que terminamos por aceptar condiciones inaceptables por un sueldo de miseria.

¿Acaso la multa por infracción laboral nos devolverá a estos jóvenes? ¿Será que las inspecciones que realizan por estos días las municipalidades lograrán volver el tiempo atrás? ¿Algún día la sunat medirá a todas las empresas con la misma vara? ¿Servirán los comentarios en redes acerca de la explotación laboral en el pasado para limpiar las conciencias? ¿Seremos capaces de valorar nuestro trabajo y hacer respetar nuestros derechos en un futuro cercano?
La respuesta a todas estas preguntas es un rotundo no; y nada de esto cambiará hasta que abandonemos la subcultura en la cual vivimos, aquello que algunos han llamado cultura chicha.