Hace unos veinte días aproximadamente, los principales medios de comunicación anunciaban con bombos y platillos acerca de un nuevo proyecto de ley que la Comisión de Defensa del Consumidor tenía listo para su debate. Este simpático proyecto tiene como fin último brindarle a los padres de familia que tienen hijos en edad escolar, la posibilidad de pagar menos por las pensiones de enseñanza en aquellos meses en los cuales no se complete el mes efectivo.
Hasta el día de hoy no encuentro mayor información al respecto, sin embargo, y sabiendo de la calidad de nuestros congresistas, imagino que habrán contemplado que durante los periodos que no hay clase, los colegios no paguen impuestos, arbitrios, licencias, aportes a essalud, seguros, afp, luz, agua, telefonía, internet, licencias de software, y ninguna de las mil y un absurdas exigencias que les imponen las autoridades educativas, tributarias, laborales y municipales para permitirles operar.
Estoy convencido que nuestros padres de la Patria habrán incluido los lineamientos por los cuales el Estado subvencionará los sueldos de los trabajadores de estas empresas, puesto que la no asistencia de alumnos no los exonera en absoluto de sus labores. De hecho, muchas veces el trabajo durante estos recesos se incrementa; haciendo uso de nuestro sentido común nos daremos cuenta que no es posible que una institución se mantenga sola, por otro lado hay que ser conscientes que la planificación de sesiones de aprendizaje y programación de los periodos académicos no aparecen por arte de magia.
Seguramente nuestro Poder Legislativo se habrá preocupado también por la situación económica de los trabajadores de estas instituciones, quienes en muchos casos no pueden acceder a mejoras salariales debido al alarmante índice de morosidad en los pagos de pensiones en los centros educativos privados. Por ello estoy convencido que este proyecto incluye un conjunto de poderosas medidas para garantizar el pago puntual y oportuno de las obligaciones contraídas por los padres de familia; mismas que muchas veces dilatan y evitan al amparo de la absurda legislación vigente, la cual ha dado origen a una generación de padres frescos que saben que no podrán pagar la pensión, pero aún así matriculan a sus hijos porque la ley los protege.
Hasta ahora he escrito pensando en que ¡vale la pena soñar! Pero al volver a la realidad, esta se encargará de eliminar mi convencimiento, seguridad y fe en las autoridades legislativas; me devolverá al crudo y duro escenario de un congreso súper poblado de improvisados que pretenden perpetuarse en el cargo utilizando medidas populistas y efectistas que calan hondo en una población inmersa en una política nacional de embrutecimiento; una política nociva a la población y que maneja la educación pública a su antojo y pretende eliminar la inversión privada en educación.
Por ello, queridos lectores, si la búsqueda de la mejor alternativa educativa para sus hijos los lleva a matricularlos en una escuela privada, no se pasen de listos y analicen sus posibilidades reales, de manera que paguen lo que se comprometieron en forma completa, oportuna y a tiempo; recuerden que se educa con el ejemplo, y si el día de mañana sus hijos son irresponsables, frescos e incumplidos será porque lo aprendieron de ustedes.