viernes, 23 de junio de 2017

Una publicación que me devuelve la fe

Al leer la revista "Orgullo" y ver que el Municipio de San Borja se enorgullece del avance en cuanto a la instalación de elementos de control de velocidad -las famosas gibas o rompemuelles- no puedo evitar preguntarme: ¿cuándo llegaran al Jr. Mercator cuadra 5? Zona escolar que no cuenta con dichos elementos en forma adecuada; de hecho tampoco cuenta con una apropiada señalización, mucho menos con algo tan básico como un crucero peatonal.
Y es que hace un buen tiempo tengo una espina clavada en mi ser, misma que proviene de un evento desafortunado que había prometido mantener en secreto; pero esta Revista Municipal -que quisiera creer no se trata de una publicación publicitaria- se encargó de traerlo de vuelta, hacer que lo reviva como si fuera hoy. Resulta que hace un par de años nuestras autoridades ediles tuvieron la genial idea de "borrar" la cebra peatonal que existía a la altura de la puerta principal del colegio que dirijo, muy envalentonado me apersone en las oficinas de la gerencia municipal encargada de estos temas a solicitar restituyan la cebra, así mismo aproveche indicar las carencias que teníamos en cuanto a señalización y los, ahora famosos, elementos reductores de velocidad. El gerente municipal, un comandante del cual no recuerdo su nombre pero si su pedantería, se negó atenderme -digo se negó porque él dijo que no me atendería delante mío- haciendo que un ingeniero cumpla a cabalidad con el origen etimológico de la palabra y se las ingenie para explicarme porqué no correspondía giba ni cebra peatonal sobre la calzada del frontis del colegio, indicándome además que no existían las facilidades para instalar una adecuada señalización vertical en la zona.
Por un momento me llene de fe y apele a su razonabilidad, proponiéndole una solución integral al problema, la instalación de un nada complejo artilugio al cual los peruanos hemos bautizado como camellón. Esta sencilla construcción eleva la altura de una sección transversal de la calzada hasta el nivel de las aceras, haciendo que estás se puedan unir fácilmente. Esto solucionaba -a mi modesto parecer- no solo nuestros tres problemas o carencias pues el camellón de por si es un elemento reductor de velocidad, por sus dimensiones sirve como crucero peatonal y además brindaba las facilidades técnicas para instalar las señales verticales; sino que además serviría como una opción de acercamiento para las personas con discapacidad, dado que la acera en esta zona no se encuentra adecuadamente nivelada -notese que la publicación también habla sobre la "preocupación" del distrito sobre este tema-. El ingeniero me indicó que en caso deseara hacer tal obra, debía dirigirme al municipio metropolitano, me entregó un post-it con los números de ordenanzas y normas técnicas que se debían cumplir y me mando de vuelta a mi trabajo.

Las personas que me conocen saben que no soy de darme por vencido pronto, así que volví a la carga, esta vez intente explicarle que la legislación peruana vela principalmente por el bienestar de los niños y jóvenes, y que las medidas que venían tomando afectaban directamente su seguridad: ¡la Municipalidad de San Borja estaba dejando desprotegidos a sus niños y jóvenes! Creo que mi comentario no le gusto en absoluto pues en respuesta me dijo muy cariñosamente que ellos sabían lo que hacían y que yo debería estar agradecido de que no retirasen la "media giba" que existe, pues esta tampoco nos correspondía.
Créanme que leí de cabo a rabo los dichosos documentos y llegue a la conclusión de que en San Borja no querían ser razonables, tampoco deseaban protegen a los cientos de niños que estudiaban y estudian en muchos colegios de San Borja. Además del centro educativo que dirijo he podido apreciar cebras borradas en el frontis del nido María Inmaculada y a la altura de las puertas de ingreso de los colegios Romeo Luna Victoria y Libertador San Martín; no existen elementos reductores ni señalización adecuada en las inmediaciones de los nidos María de Los Ángeles, Felices y Talentosos y otros muchos.
Seguramente alguien me dirá que pretendo estar por encima de la ley, pero no es así, solo pretendo que las autoridades sean razonables con las instituciones educativas del distrito y velen por la seguridad de nuestros niños y jóvenes. Después de todo, los vecinos sanborjinos nos caracterizamos por ser razonables, y lo demostramos al no reclamar por el camellón de dimensiones colosales sobre la calzada del frontis del palacio municipal -yo que he leído las normas, doy fe que excede largamente las normas reglamentarias-; también somos razonables con el cierre diario de la calle sobre la cual se encuentra la puerta de acceso de la cuna-jardín municipal, mismo que se produce a la hora de ingreso y salida del alumnado. De más está decir que nos gustaría tener autoridades igual de razonables.
Por eso la última edición de la Revista "Orgullo" me hace pensar que podríamos volver a creer, pensar que las autoridades razonables han llegado y con ello quizá los elementos reductores de velocidad, y así recuperar algo de la calma perdida. Mi propuesta es la misma de hace unos años, un camellón que haga las veces de elemento reductor de velocidad, crucero peatonal y base para poder colocar la señalización vertical; no hace falta ser un genio en urbanismo y tránsito para darse cuenta de ello, solo hace falta de una pizca de sentido común. A los genios de la comuna sanborjina los esperare con optimismo en la cuadra 5 del Jr. Mercator, ojalá Nuestra Señora del Rosario los ilumine y les marque el camino.