Lamentablemente la postura de muchas personas es inversa a
la mía, la alegría y placer
-aunque efímeros siempre- están representados por la paga,
pero para conseguirla hay que trabajar; y todos sabemos que aquello que es
hecho por obligación se convierte en una tortura.
Muchas veces esta tortura es herencia de los padres, quienes en
busca de "lo mejor para nuestros hijos" condicionamos su futuro
profesional y no dejamos que se desarrollen en aquello que es su vocación
profesional, eso que les gusta hacer, la actividad para la que son realmente
buenos, el trabajo que disfrutan. Dejemos que nuestros hijos vayan formando su
pensamiento libres de presiones, que logren construir su identidad propia, que
consoliden sus capacidades y habilidades; así, seguramente escogerán una
actividad acorde a su personalidad, actividad en la cual
se volverán profesionales
de éxito y conseguirán que el trabajo que desarrollen a
futuro se vuelva un placer.
Pero tampoco es cuestión de culpar a los padres únicamente;
muchas veces nosotros mismos cedemos ante las múltiples tentaciones
del camino: la vanidad, la ambición, la avaricia y -como diría mi
abuela- la madre de todos los vicios: la ociosidad.
Algunas veces nos sentimos imprescindibles en el trabajo,
creemos que nadie está por encima de nosotros y esto se refleja en nuestra
actitud frente a los demás, obviamente esta situación no ayuda en nada a crear
un clima laboral amigable y nuestras relaciones con nuestro entorno serán
frías. Debemos asumir que somos parte de una organización que busca metas
comunes, que cada persona es valiosa en su posición y que el éxito depende de
todos; esto ayudara a valorar a todos por igual y a mejorar nuestras
relaciones.
Por otra parte están aquellos que
hacen su trabajo a regañadientes, que cumplen con su función únicamente porque
por ello les pagan, y que cuando lo han cumplido, ¡pobre de aquel que les pida
algo más! Una actitud lamentable, si solo hacemos aquello por lo que nos pagan,
pronto nos sentiremos aburridos y caeremos en lo rutinario. Debemos empeñarnos
en trabajar, hacer siempre algo más de lo que se espera; así nos sentiremos
mejor con nosotros mismos, tendremos metas cada vez más altas y exigentes, y
seguramente seremos mejor recompensados por nuestro trabajo.
Finalmente debemos mencionar a las personas que no tienen
sentido de pertenencia, que están a gusto porque la empresa para la
cual laboran no es de su propiedad, porque la empresa se está "llenando
los bolsillos" a costa de su trabajo. Si bien es cierto -en
la mayoría de ocasiones- uno no es dueño de la empresa para la cual
trabaja, el lugar donde trabajamos debe ser "nuestra" empresa;
debemos sentir orgullo y satisfacción cuando todo marche por buen camino, y
empeñarnos por trabajar más cuando las cosas no salgan del todo bien.
En resumen,
debemos ponernos retos en nuestro trabajo, no ser unos empleados más, disfrutar
lo que hacemos y hacerlo bien. Espero que estas líneas hayan ayudado en algo y
logren que reflexionemos: es mejor cambiar de actitud antes que cambiar de
trabajo. Así, el cambio de actitud es posible, si realmente amamos lo que
hacemos, pronto dejara de ser un trabajo para convertirse en un placer.
![]() |
Trabajemos en armonía con los demás y lograremos metas cada vez mas altas |