sábado, 26 de mayo de 2018

La Importancia de una Buena Elección

En un turístico y fascinante país de América del Sur, se acercaba la hora de elegir autoridades regionales, provinciales y distritales a nivel nacional. Esta situación no era ajena para el distrito de Alforja, uno de los más importantes de la ciudad capital; en el ya muchos candidatos al sillón municipal se venían perfilando con mucha antelación, pero la hora de asegurarse la preferencia del electorado había llegado. Así, la artillería pesada de los candidatos empezó a arremeter con todo en busca de los ansiados votos.
Y es que, al parecer el ser alcalde de este joven y moderno distrito era una distinción -podríamos decir que un botín- muy preciada. Llama la atención que al revisar quienes son los candidatos, nos encontremos con un ex-alcalde que tuvo como “brazo derecho” al actual, pero también nos topamos con la esposa del alcalde en funciones, y por si fuera poco también postula el teniente alcalde, regidores y ex-regidores, gerentes y ex-gerentes; es decir, quienes ya habían ostentado el poder o habían estado dentro del círculo más cercano, deseaban con ansias convertirse en la máxima autoridad de Alforja.
Toda esta simpática fauna de candidatos llevaron a los electores una serie de promesas y ofrecimientos con un fuerte tufillo populista; una lista de ofertas que difícilmente podrían ser cumplidas; una colección compromisos con aquello que en realidad es irrealizable; su arma para llegar al pueblo fue decirles exactamente aquello que querían escuchar, que no es otra cosa que aquello que nunca hicieron cuando fueron autoridades del distrito porque simplemente no pudieron o no les importo.
Pero la tan codiciada alcaldía de Alforja, es motivo también para la reaparición de candidatos que muestran una “profunda” preocupación por la comuna, lamentablemente la periodicidad de esa “sentida” preocupación es de cada cuatro años, curiosamente el tiempo que tarda un gobierno municipal. Dicho más claramente, aparecen con su mejor sonrisa cada vez qué hay elecciones para decirnos que los vecinos somos su principal preocupación. También tendremos a los candidatos que se creen grandes porque los apoya un partido político grande; candidatos que con bombos y platillos presentan sus propuestas -tan populistas e irreales que resultaban risibles- con una maquinaria publicitaria abrumadora que se apoya principalmente en la mejor sonrisa que el photoshop les pueda regalar; no importa si tienen una dudosa reputación moral pues con el aval y garantía del candidato provincial “más fuerte” -mismo que seguramente les ha costado un buen fajo de billetes verdes- ya se sienten poseedores de una ética intachable.
Resulta que muchos de los candidatos quieren ver la cara de candidazos a los pobladores de Alforja, pretenden ocultar que de ellos vendieron su alma al diablo verde para comprar las candidaturas que se vendían al mejor postor o que buscaron cualquier tipo de auspiciadores y aportantes para sus campañas; total, esta suerte de “endeudamiento de favores” es lícita, el vecino no tiene porque saberla y la retribución recién será al ser elegidos.
Afortunadamente el pueblo de Alforja era un pueblo culto, un pueblo que había aprendido de sus errores, un pueblo que no elegiría alegremente a cualquier persona que se autodenomine la mejor opción. Los alforjinos vivían en un país que había visto como los últimos presidentes fueron un fiasco -los exmandatarios presos, con orden de captura, cuestionados y renunciantes eran el vivo reflejo de que se había hecho una mala elección- y habían sido testigos de la forma como los últimos alcaldes distritales pretendían perpetuarse en el poder. Los alforjinos sabían que el escoger un candidato por su supuesta experiencia, por sus promesas, por sus baños de popularidad con bailecitos incluidos, por ser un personaje conocido o por su linda sonrisa no era el camino; los alforjinos necesitaban y necesitan algo diferente para su comuna. Alforja necesitaba y necesita un buen vecino, un sujeto honesto y fiel a sus ideas y principios, una persona capaz y osada que esté dispuesta a sacar al distrito adelante por el y por sus vecinos.
A esta altura usted, estimado lector, quizá se encuentre sacando conclusiones y especulando acerca de cuál es el verdadero nombre del distrito de Alforja, por ello aprovecho para comunicarles que se trata de una historia ficticia y que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
Al igual que nuestros amigos alforjinos, nosotros nos acercamos a una contienda electoral, y cada vez es mas difícil encontrar un candidato idóneo; pero ojo que tampoco es imposible. Vivimos en un país inmerso en la corrupción y, hoy por hoy, lograr una postulación al cargo de alcalde o regidor en un partido político o agrupación de "élite" tiene -generalmente- un precio económico que además es muy alto; es triste, pero las candidaturas se compran y venden a diestra y siniestra. Los candidatos al sillón municipal -aunque creemos que es a la mamadera municipal- en su desesperación por lograr buenos resultados y de saciar sus ansias de figuración, terminan vendiendo sus convicciones por un puñado de billetes, terminan aliándose con grupos de poder que únicamente buscan obtener beneficios de la autoridad de turno. Afortunadamente no todo es gris en el panorama, aún existen alternativas que representarían un verdadero cambio, todavía hay grandes aventureros que se cansaron de ser dirigidos por los mismos de siempre o de ser engañados burdamente y que estan dispuestos a enarbolar la bandera del orden, del progreso y del beneficio para la población.
Si nos tomamos un tiempo, encontraremos qué hay vecinos honestos y trabajadores que realmente quieren lograr un mejor lugar para vivir, que anhelan conseguir un entorno más acogedor y saludable para que crezcan sus hijos, que pretenden una comunidad donde todas las empresas puedan competir en igualdad de condiciones, que procuran una mejora significativa en la calidad de vida propia y de sus vecinos. Lamentablemente muchas veces estos candidatos se muestran en partidos que son tradicionalmente mal vistos, o llegan debilitados porque invirtieron todos sus recursos en lograr la ansiada inscripción, o se presentan con recursos limitados que no les permiten tener llegada a toda la población, o simplemente carecen de carisma por no ser fotogénicos. Son candidatos que, a sabiendas de que parten en desventaja, quieren mostrar su aporte, que buscan ser escuchados, que tienen propuestas reales y realizables; tristemente, son candidatos que ignoramos por falta de publicidad.
Tomemos nuestro tiempo en revisar quienes son los candidatos y a quienes llevan como equipo de trabajo; analicemos objetivamente sus propuestas y veamos si son reales; conozcamos quienes están detrás de sus campañas y veamos cuáles son sus verdaderas intenciones. No creamos tan fácil en el cuento de aquellos ex funcionarios que dicen que como alcaldes si harán aquello que dejaron de hacer antes, no caigamos víctimas de una cara bonita con una sonrisa prefabricada; tomemos nuestro tiempo para elegir bien, demostremos nuestra cultura electoral y, sobre todo, no permitamos que una mala elección sea motivo para que otros llenen su alforja.


jueves, 17 de mayo de 2018

En medio de medidas inaceptables

Curioso lo que ocurre en nuestro país, no hemos tardado en organizar marchas y protestas por la suspensión de Paolo Guerrero; sin embargo, hemos pasado por alto el alza a los impuestos, situación que inevitablemente atentará contra la economía familiar.
No nos engañemos, la reestructuración del impuesto selectivo al consumo (ISC) no busca hacerle un favor a la salud y el medio ambiente -como pretenden hacernos creer- sino que pretende elevar la recaudación tributaria a costa de los ciudadanos comunes y corrientes.
Nuestros últimos gobernantes vienen siendo investigados por malos manejos, por decir lo menos; situación que ha dejado al país en crisis. Así, el gobierno necesita recaudar fondos con carácter de urgencia, y no han tenido mejor idea que cargarnos esa mochila a todos nosotros.
La obesidad, el tabaquismo y la ingesta de alcohol son problemas sociales y de salud ciertos; pero en vez de incrementar impuestos, sería más conveniente exigir a las empresas a colocar advertencias adecuadas en sus productos que permitan al consumidor saber las consecuencias que trae su consumo.
También es cierto que nuestro país tiene un índice de contaminación alto; sin embargo, incrementar el impuesto a los combustibles y a cierto tipo de vehículos motorizados hace que todos paguemos por la contaminación cuando -evidentemente- no todos contaminamos por igual. Resulta curioso que empresas industriales, mineras y agrarias gocen de exoneraciones tributarias cuando son justamente ellas las que generan depredación, pérdida de espacios naturales y contaminación de las aguas.
En casos como el nuestro, en el cual el gobierno necesita con urgencia incrementar sus ingresos; lo lógico sería empezar por cobrar a todas las grandes trasnacionales, las empresas aéreas y de telecomunicaciones y hasta a los clubes de fútbol que tienen deudas millonarias con el ente recaudador de nuestro país. Acto seguido, eliminar los beneficios tributarios a casinos, bancos, mineras e industrias que gozan de absurdas gollerías. Crear impuestos para aquellas industrias y comercios que más contaminan también sería una alternativa sería, así como crear impuestos a quienes más ingresos tienen, empezando por los congresistas.
En resumen, lo que el Perú necesita es una política tributaria coherente y que recaiga principalmente sobre los grupos que concentran la riqueza -los cuales gozan de exoneraciones increíbles- y las empresas que realmente atentan contra el medio ambiente. No es justo que sea a nosotros, los “ciudadanos de a pie” a quienes se nos venga a “meter la mano en el bolsillo” usando como pretexto nuestra salud y el espíritu ecológico del gobierno. Es hora de sacarnos la venda de los ojos y alzar nuestra voz de protesta por todo aquello que es injusto; y hoy por hoy no solamente es injusto el castigo al capitán de la selección peruana -aunque está situación ha caído como anillo al dedo del gobierno- sino que también es inaceptable la reestructuración del ISC.

jueves, 10 de mayo de 2018

Atención Preferencial: Uso y Abuso

En un país donde la cortesía y la caballerosidad han perdido la batalla contra el abuso y el atropello; se hacía necesaria una ley para que exista atención preferente en lugares de atención al público. Nuestros legisladores nos entregaron entonces una ley que brinda facilidades a nuestros hermanos menos favorecidos, buscando que sus tiempos de espera sean menores y su atención se optimice.
Lamentablemente esta ley es muy genérica, dejando muchos vacíos e interrogantes que quedan flotando; queda en evidencia que se trata de una norma dictada con fines efectistas y populistas pero sin asumir riesgos. La prueba fehaciente de ello es que, a la fecha, no existe un reglamento claro sobre los alcances de esta disposición; de hecho ni siquiera queda abierto el camino a ello pues se indica que son las propias instituciones las que deben implementar las medidas para garantizar el cumplimiento de la ley.
Al darle a las empresas la libertad de emitir sus propias directivas, se dio pie a que la gran mayoría sientan que con asignar una ventanilla de atención preferencial y colocar un simpático letrero ya están cumpliendo con los beneficiarios de la legislación. Pero el dejar todo en términos tan generales también ha dado pie a que un grosero grupo de personas hagan abuso de la normativa.
No es extraño ver en una cola preferencial a señoras de unos 50 años, de esas que asisten muy maquilladas al gimnasio y no dudan ni un instante en coquetear -y si se puede toquetear mejor- a los instructores, esperando ser atendidas antes que un individuo en silla de ruedas; tampoco es raro ver señores en sus 60 abriles, de esos que fuman como chimeneas y no les duele nada al piropear a cuánta fémina que se cruce en su camino, renegando porque la cola no avanza por culpa de la lentitud y parsimonia de una anciana de 90 años;  no es inusual ver señoras con sus hijos de 12 años esperando ser atendidas antes que otras que están embarazadas de 8 meses y contando.
En el Perú existen personas que interrumpen el juego de sus hijos y los llevan “de paseo” al banco; hay individuos que prefieren mandar a sus abuelitos a pagar las cuentas; encontramos empresas que contratan personal con más de 65 años para que realicen gestiones bancarias y en instituciones públicas; todo esto con la finalidad de ganar tiempo.
En resumidas cuentas, al no existir una mínima razonabilidad ni el más ínfimo criterio de urgencia en esta norma; no dudamos en aprovecharnos de ella. ¡Que diablos nos importan los demás y sus problemas! A nosotros que nos atiendan primero y si no es así, ponemos el grito en el cielo y exigimos el libro de reclamaciones.
Después de todo, y aunque las situaciones mencionadas denotan un marcado abuso de derecho, la ley las ampara. Y es que los peruanos somos así: hecha la ley, hecha la trampa.